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-Un ataque
de pánico- informo la enfermera del instituto con una sonrisa más cercana a la
perturbación que a la simpatía. Sus ojos verdes no transmitían empatía alguna.
Alana se
encontraba recostada en una camilla blanca sorprendentemente cómoda en la
enfermería, que era una pequeña sala escondida tras una puerta con un cuadrado
de vidrio con una cruz roja impresa en él. El lugar estaba extremadamente
iluminado lo que provocaba que casi todo en el lugar sea blanco, algo que le
provoco escalofríos a Alana. La señora Rose se encontraba de pie junta a ella
en su impecable uniforme blanco sin una arruga visible. Llevaba un prolijo
rodete negro en su cabeza, sus ojos azules combinaban con el delineado
perfectamente dibujado y sus facciones eran totalmente simétricas. Era bella. Tendría
unos veinticinco años pero su aspecto tan frívolo le agregaba unos cuantos años
más. Era nueva en la escuela, transferida de la zona oeste de la Comunidad, la
zona sur era un gran cambio y Alana no pudo dejar de preguntarse qué motivo la
trajo hasta aquí. En cierto modo Rose inspiraba miedo.
-Nunca he
tenido un ataque de pánico antes- dijo Alana notando lo irritada que tenía la
garganta por gritar hace unos instantes. Todavía gritaba cuando sintió los
brazos de Isaac levantándola para llevarla a la enfermería, lo que seguramente
no fue una tarea fácil ya que la muchacha estaba aferrada a su asiento con sus
manos como garras y estaba casi segura de haberlo golpeado a Isaac para evitar
que la moviera. Alana no pudo evitar preguntarse en donde estaba su amigo
ahora.
-No te
preocupes cariño- respondió Rose mientras movía una lapicera rápidamente
escribiendo algo, seguramente sobre Alana. Los ojos de la enfermera nunca
tuvieron intensión de mirar a la muchacha lo que hacía que sus palabras
tranquilizadoras fueran un total protocolo-, es algo bastante común en los
adolescentes ¿Sabes?
Alana se
agitó inquieta en la camilla. Lo que le había sucedido no era nada común para
ella. Frunció el ceño al pensarlo aprisionando las sábanas blancas en sus manos
con tanta fuerza que al parecer Rose lo notó, porque dejo de escribir al
instante y se aceró a la muchacha con una cara que Alana no puedo interpretar.
-Tal vez
sea el estrés causado por los exámenes de vocación. Casi todos se preocupan por
eso, pero tú no tendrías porque, eres una Reed, tu familia es tan prestigiosa
en la historia de la Comunidad que seguramente no tendrás problemas en entrar
en Seguridad.
Con que
conocía su apellido, eso no le extrañó a Alana, casi siempre es abordada con
comentarios como ese. “Tu padre es el operador más eficiente de la Comunidad.”
“La familia Reed estuvo involucrada en los Nuevos Acuerdos.” “¿Tu abuelo, Kyon
Reed, fue el encargado de llevar a cabo la firma de los Nuevos Acuerdos?” Si,
si y sí. Lo último que quería pensar ahora Alana era la presión que ejercía su
apellido en sus acciones. Los exámenes eran un tema que la muchacha estaba
posponiendo en el rincón más alejado de su mente.
-O tal vez
estés atravesando algún problema amoroso típico adolescente. Ya sabes cómo es
enamorarse- continuó Rose con una falsa sonrisa aunque al instante se perdió en
sus pensamientos y se quedó callada, como si recordará algo o alguien. Alana se
preguntó si la mujer pulcra y fría que tenía delante de ella, alguna vez había
amado. La apariencia decía que no pero esa mirada ausente encerraba una
historia-, altera demasiado las hormonas-. Dijo finalmente Rose volviendo a la
normalidad como si alguien la hubiera zamarreado un poco para traerla devuelta.
“Pero la
alteración de hormonas no te enseña un idioma que jamás en la vida aprendiste”
pensó Alana recordando la frase que escribió en su cuaderno. El corazón comenzó
a acelerarse sin piedad. Si alguien la encontrará… Aunque no estaba segura de
porque sentía que nadie podía ver esas palabras. Estaba actuando extraño de
nuevo. Demasiadas sensaciones en muy poco tiempo, quería largarse de ese
cuarto, que olía a alcohol en gel, y alejarse de Rose que ahora cada vez estaba
más cerca de ella mirándole cada detalle con determinación, provocando que el
cuerpo de Alana se tensara. Sintió como la mujer caminaba alrededor de ella
evaluándola, esto ya no parecía un examen médico, tal vez Alana estaba
paranoica pero la sensación de que tenía que salir de allí era fuerte. Antes de
que Rose llegara a observarla por detrás su cuerpo marcó el límite y se paró de
un salto aumentando la distancia entre Alana y Rose. Murmuro un agradecimiento
y salió casi corriendo del pequeño cuarto blanco. En el umbral de la puerta
chocó con un cuerpo familiar.
-¿No
deberías estar adentro para que te vean?- era Isaac que estaba con su mochila
colgada al hombro y con la de Alana en brazos. Los latidos de la muchacha
desaceleraron al ver que su amigo tenía sus cosas y por lo tanto la frase
estaba bien guardada.
-Es-estoy
bien- dijo Alana. No pudo evitar mirar atrás en búsqueda de Rose, para su
sorpresa no interfirió en que la chica decidiera irse de la enfermería, pero si
estaba haciendo unas anotaciones extras. La muchacha no pudo evitar preguntarse
si las palabras que salían de la lapicera hablaban sobre ella. Un informe sobre
su ataque de pánico para el instituto tal vez, un registro médico es algo
común, tenía que calmarse.
-No te
creo pero no tenemos tiempo de explicaciones, y créeme que me las vas a dar,
ahora está la asamblea en el gimnasio, yo debería estar allí pero no podía ir
sin saber cómo estabas-dijo el joven abriendo sus grandes ojos color avellana
para demostrar lo preocupado que estaba. Isaac siempre fue un hermano protector
para Alana-. Si no vamos la profesora Robinson me acosará todo el año, ya es
demasiado escuchar sus quejas sobre mi asiento escrito como para agregarle
esto.
La muchacha
asintió con una leve sonrisa tratando de volver a la normalidad y dejar atrás
todo pensamiento irracional, porque esa era la palabra para describir toda esta
situación. Irracional.
El
gimnasio estaba repleto de los estudiantes de la Zona Sur del Instituto Nueva
Era. El murmullo constante de las distintas conversaciones iba en aumento a
medida que llegaban más alumnos a tomar su lugar en las gradas. Alana e Isaac
buscaban un espacio libre donde sentarse, lo cual se volvía una misión casi
imposible por el escaso lugar para caminar entre las personas ya sentadas.
-¡Ten más
cuidado bicho raro!- chilló un joven mientras Isaac pasaba por al lado de él
provocando que este perdiera el equilibrio y derramara un poco de la gaseosa
que estaba tomando.
-¿Enserio
dijiste bicho raro? ¿No tenías un insulto más original Brad?- dijo Isaac
frunciendo el rostro como si hubiera chupado un limón recientemente pero pronto
cambio su expresión por una llena de malicia en cuanto se dirigió a su amiga-.
¿Te parece un insulto innovador, Al?
Isaac y
Brad nunca se llevaron bien desde iniciada la secundaria, no era un secreto que
se odiaban, sus peleas eran lo bastante ridículas como públicas. Casi siempre
Alana era la encargada de separarlos ya que Brad demostraba una gran admiración
hacia ella, como un perro hambriento que se le ofrece un trozo de carne. Alana
tenía la teoría que esa adoración sin razón aparente se debía a su apellido, no
porque ella no fuera lo que se consideraría una chica guapa, pero el hecho de
que casi todos en la Comunidad la trataban con respeto por el papel que
tuvieron sus familiares en los Nuevo Acuerdos era un factor influyente le guste
o no a la muchacha. Alana se recordó que pronto ella tendría que seguir
brindándole honor al apellido Reed, pero aunque lo intentaría no se veía como
una posible buena operadora como lo fue su madre… Como lo es su padre.
-Oh… Hola
Alana- el muchacho ahora la miraba casi avergonzado con las mejillas encendidas.
Generalmente Brad trataba de controlar las peleas con Isaac frente a ella, una
forma de intentar caerle bien a la muchacha, pero esta vez no la había visto
junto a Isaac y ahora se mostraba ligeramente retraído. Isaac sabía que tendría
ese efecto en él y en su rostro se podía observar una sonrisa victoriosa.
-Creo que
se te han ocurrido insultos mejores Brad- dijo Alana a medida que iba pasando
por su lado para sentarse unos escalones más arriba y llevándose a su amigo con
ella para evitar que siguieran con esa ridícula pelea. Notó a Isaac detrás de
ella alzando los brazos, triunfante y hasta pudo imaginarse el odio de Brad
emanando desde su asiento.
-Deberías
usar ese poder que tienes sobre él para dejarme hacerle una buena broma. Tal
vez podrías invitarlo a salir y luego dejarlo plantado o algo- comentó Isaac ya
los dos sentados esperando que algún representante del Instituto apareciera en
el gimnasio.
Alana río
casi olvidándose que hace menos de veinte minutos estaba pasando por el peor
ataque de pánico que podría haber imaginado que le pasaría a ella y sin
mencionar la alucinación del rayo de luz y la frase perfectamente escrita en
francés. Antes de poder pensar en ello detenidamente una vez más, los murmullos
cesaron de una forma abrupta y todas las miradas se posaron en una sola persona.
El
director.
Todos
estaban expectantes a las palabras del hombre que se encontraba vestido con un
traje blanco impecable sin una arruga visible y corbata color escarlata
resaltando sobre todo lo demás. Alana no pudo evitar preguntarse qué tan seria
era la asamblea para que el director se vistiera de esa forma cuando vio dos
operadores junto a él. Uno de ellos era una mujer de cabellos rojos, Chloe
White una buena amiga de la familia Reed y la otra persona en uniforme blanco
era su padre.
Nerón.
Los
murmullos apenas audibles comenzaron una vez más, pero esta vez, todos tenían
un tema en común: Nerón Reed. Alana no pudo evitar escuchar una conversación de
dos muchachas sentadas un escalón debajo de ella, las reconoció porque
compartía las clases de matemática con ellas. Recordó el nombre de una, Beth
Smith.
-¡Hey
mira! Es Nerón Reed, no lo puedo creer. ¿Qué hace en nuestro Instituto? Es tan
sexy para tener como cuarenta años- susurro Beth a quien seguramente era su
mejor amiga.
-No lo sé,
pero no hables muy fuerte que su hija está un escalón arriba nuestro, tonta.
Alana
instantáneamente dejo de mirarlas y contempló, molesta, a los dos operadores. A
veces realmente le molestaba ser una Reed y que todos admiraran a su padre como
a un dios griego. Observó cada detalle del logo del colegio escrito por encima
de las cabezas de todos tratando de reprimir sus ansias de confrontar a Beth
Smith y a todas las Beth que estarían hablando de su padre en ese momento. “El
futuro está en sus manos”. Lo leyó en silencio hasta que notó que alguien la
estaba mirando. Alguien que lograría quitarle el enojo con una sola sonrisa.
La mirada verde
de Chloe se posó sobre Alana apiadándose de ella. La mujer era de baja estatura
a comparación de los dos hombres a su lado, pero demostraba agilidad y rapidez,
sin dudas si intentaran atacarla, ella estaría preparada para defenderse de mil
maneras y ganaría sin esfuerzo. No llevaba el cabellos recogido, como lo obliga
el reglamente de los operadores, asique sus marcados rulos rojos estaban
sueltos enmarcando su pequeño rostro. El color de su cabello contrastaba llamativamente
de su uniforme de cuero blanco y ajustado que acentuaba su pequeña aunque buena
figura. Estaba cercana de los treinta años pero era de esas personas que cuanto
más crecen mejor le sientan los años.
Chloe
tenía una hija, Emily, que era tres años menor que Alana, por lo tanto no se
encontraba en la Asamblea. Emily todavía tenía tiempo para elegir qué dirección
tomar en la vida. Alana sentía una pequeña envidia sana por aquello. Las dos
muchachas básicamente se criaron juntas y afortunadamente la secundaria no
logró separarlas.
Los
operadores se basan en demostrar autoridad, seguridad y hasta a veces miedo frente
a cualquiera de la Comunidad, pero Chloe era todo lo contrario. La mujer le
sonrío cálidamente a Alana delatando la separación de sus dos paletas, lo cual
era algo que combinaba perfectamente con su rostro. Nerón, en cambio, mostraba
una expresión seria y dura que resaltaba lo cuadrado de sus facciones, como
siempre llevaba cuando estaba en servicio. Pero esta vez era diferente. Algo
más cruzó por el rostro de su padre cuando él miro a Alana. ¿Preocupación?
El
director tomó el micrófono y lo acerco a su boca para hablar. Su ridículo
bigote generó un molesto ruido al rozarse con el aparato. La escuela, al igual
que la Comunidad, solo contaba con poca tecnología, y lo que poseían tampoco
era de muy buena calidad.
-Silencio
por favor- fue más que suficiente para acallar los últimos murmullos que se
escuchaban, ahora todos prestaban atención a la escena frente a ellos. Alana
recorrió el lugar con sus ojos y pudo notar que nada más los alumnos del último
año se encontraban presentes en el gimnasio-. Como se habrán dado cuenta esta
asamblea solo es para los estudiantes a punto de terminar sus estudios en
nuestra humilde Institución Nueva Era.
-¡NUEVA
ERA!- chilló Brad a modo de ovación, encerrando su boca con sus manos para
amplificar el grito. Algunos lo siguieron con aplausos y alaridos.
-Es un
Idiota ¿Ves a lo que me refería?- susurró Isaac para su amiga, pero Alana no
estaba escuchando, ni si quiera lo miraba. La muchacha se empecinaba en
descifrar lo que la boca de Nerón callaba pero su rostro gritaba a los cuatro
vientos. ¿Miedo?
- Señor Harrel
silencio. Como les decía, ustedes están a un paso de empezar su vida adulta en
la Comunidad, y en el Instituto Nueva Era confiamos que los hemos preparado
para corregir los errores de las generaciones pasadas para nunca regresar a los
Años Oscuros- dijo el director con una expresión seria. Ahora todos callaban.
Siempre la mención de los Años Oscuros tenía ese efecto en la gente-. Enfrentamos
tiempos de paz y su deber, y el de todos, es mantener esta tranquilidad que por
años no fue interrumpida. Un gran logro del Gobierno…
-¡EL
GOBIERNO, SI!- grito Brad una vez más y las voces que lo apoyaban no se
hicieron esperar. Alana pudo notar como Isaac ponía los ojos en blanco junto a
ella.
-¡Como les
decía!- el director impuso su voz sobre las demás para acallarlas con total
éxito-. El trabajo del Gobierno deberá ser sucedido por personas realmente
capaces y preparadas para ellos. Ustedes son los dueños del futuro- Alana
sintió nauseas de repente y llevo sus manos al estómago. Sentía… ¿Asco? Asco
por las palabras que el director decía. Asco por la idea del futuro en sus
manos. Observó a su padre, este mostraba la misma expresión de siempre pero al
devolverle la mirada a su hija y darse cuenta de lo que le ocurría a ella abrió
los ojos sorprendido. Tenía la boca entreabierta de asombro y admiración, como
cuando artista observa su obra terminada luego de semanas de dedicado trabajo.
-¿Qué te
sucede ahora?- era Isaac. El joven tomo el hombro de su amiga, la volteo para
que pudiera verla a los ojos. Alana estaba pálida. El director seguía hablando
de todos los empleos que estaban disponibles en la Comunidad.
-Tengo
nauseas- dijo Alana porque la idea de decirle que sentía asco le parecía
realmente ridícula y difícil de explicar. Escuchó a el director hablar del
trabajo de enfermería y el campo de acción que tendríamos si elegiríamos esa
carrera, Alana no pudo dejar de pensar en Rose, la imaginó a los dieciocho años
sentada en el gimnasio del Instituto Nueva Era de la Zona Oeste teniendo esta
misma charla con otro director y otros estudiantes a su alrededor. Se preguntó
si la Rose del pasado habría sido igual de fría que la del presente o si eso se
debía a algo más. ¿Elegir enfermería la había convertido en una persona tan
distante? Y si es así ¿Qué le quedaría a Alana si escogiera Seguridad vital?
Una operadora debería ser más fría que una simple enfermera.
-Estoy
empezando a pensar que estas embarazada- las palabras de Isaac la trajeron
devuelta al mundo real.
-Eso es
muy inteligente Isaac ¿Y de quién va a ser? ¿Del Espíritu Santo? No soy María-
dijo Alana mientras ponía los ojos en blanco. Ahora Isaac si parecía
desorientado por las palabras de su amiga. La muchacha recordó que historia no
era el fuerte de Isaac y que tal vez ninguna materia lo era. Se río por lo bajo-.
María, Jesús, Dios. La mujer que quedó embarazada si haber estado con un
hombre. ¿Qué haces durante las clases de historia?
-Duermo. Y
ahora que lo pienso menos mal que me perdí esa clase, es una historia bastante
ridícula.
Alana suspiró en vez de contestar. El mareo pareció desaparecer de su
cuerpo y la muchacha agradeció esto. Contempló a su padre una vez más, este
estaba nuevamente serio con las manos detrás de su espalda, su hija pudo notar
desde donde estaba sentada que Nerón estaba apretando los puños, pero él ya no
la miraba. Alana deseaba correr hacia su padre y formularle preguntas que ni
ella podía entender. Pensó en el episodio que tuvo a la mañana, tuvo la extraña
sensación que su padre sabría lo que significaba todo aquello. No pudo evitar
mirar su mochila, sabía que dentro se encontraba su cuaderno con una frase que
ella escribió. Ma vie ma décision quant à mon avenir. Las palabras estaban grabadas a fuego en su
mente. ¿Por qué su padre debería saber que significaba? Y sin embargo tenía la
estúpida certeza de que sí, de que él lo entendería.
-… Pero la profesión a la que quiero llegar, y no por
desmerecer a las demás carreras igual de importantes para la Comunidad, es la
de operador, como todos ustedes ya bien conocen. Es por eso que dos
representantes del edificio de Seguridad Vital nos acompañan este día, un
aplauso para ellos por favor.
Todos aplaudieron y empezaron a aclamar a su padre.
Alana puedo distinguir los gritos de Brad entre la multitud. La joven solo
quería que la tierra la tragara sin dejar rastro para no ser testigo de cómo
glorificaban a su padre. Ya nadie creía en las religiones, no había Dioses ni
divinidades, pero las personalidades más famosas en la Comunidad tomaron el
lugar de ellos. Y Nerón Reed encabezaba la lista de los nuevos inmortales a los
que la Comunidad adoraba.
-¡NERÓN! ¡NERÓN! ¡NERÓN!- gritaba la masa de alumnos
desde las gradas. Alana noto que su padre fingía una sonrisa y levantaba una
mano para saludar, pero ella notaba que no deseaba toda esa atención. Nerón
tomo la mano de Chloe, que sonreía alegremente, y la llevo un paso adelante
para que los aplausos se dirigieran a ella. Los operadores eran tan queridos
por la Comunidad como las celebridades por las generaciones anteriores a los
Años Oscuros, algo que Alana nunca llego a comprender. ¿Por qué darles tanta
importancia a personas exactamente iguales a ti? Junto a ella Isaac aplaudía
callado, él comprendía lo que sentía su amiga, si Constantino estuviera
recibiendo todos esos alaridos también desearía irse del lugar lo antes
posible.
-¡Bueno, bueno, silencio por favor! La noticia que se
vino a informar en esta asamblea es la siguiente. Seguridad Vital, como todos
los años, está buscando reclutas nuevos, y para esto se dispondrá un simulacro
de exámenes. No se preocupen no deberán estudiar, estas pruebas están hechas
para determinar si tienen lo suficiente para ser un operador…
-Si estamos en tiempos de paz ¿Para qué quieren más
soldados?- gritó una muchacha de voz bastante aguda desde el fondo de las
gradas casi escupiendo las palabras, se notaba el asco que sentía. Era Lily
James. Alana la conocía de las clases de literatura y porque la ha visto en Calix un par de veces en las fiestas que
se realizaban. Era una joven que últimamente estaba bastante retraída, no
hablaba con nadie y se encerraba en sus libros con una mirada que hacía sentir
a cualquiera como si estuviera fuera de lugar. Estaba cruzada de brazos y sus grandes
y profundos ojos cafés tenían una expresión acusadora hacia el director o tal
vez hacia todos en el lugar. No se parecía en nada a la muchacha que Alana vio
noches atrás coqueteando con un joven en Calix.
-Señorita James debería tener más cuidado en el tono
que elige para dirigirse a las personas- respondió tan seco como era posible el
director-. Y no son soldados, me gustaría que estudiara antes de formular una
pregunta. Ahora bien sigamos con lo importante- todos paseaban su mirada entre
Lily y el director. La situación se llenó de tensión. Era obvio que el director
evito la pregunta de Lily y no buscaba entablar una conversación con ella. El
mensaje era claro: Cierra el pico-. Los exámenes, para los que estén
interesados en la profesión de operador se brindarán el lunes por la mañana.
Estoy convencido que durante el fin de semana pensarán en no desperdiciar esta
oportunidad que gentilmente nos brinda Seguridad Vital.
Alana no podía evitar buscar a Lily con la mirada. La
joven estaba tan indignada que se paró de un salto y se marchó con paso firme
del gimnasio. Estas semanas estaba diferente, más contestadora y cuestionaba
todo pero nunca se mostró como lo hacía ahora. Seguramente le afectaría en algo
la actitud que tuvo hace uno minutos.
-Bueno, no todos pueden darse cuenta de las
oportunidades a la primera- dijo el director refiriéndose a Lily y voces lo
siguieron entre la multitud de alumnos, algunos a favor y otros totalmente
sorprendidos-. Ahora bien ¿Señor Reed quiere decir unas palabras?- preguntó
hacia los dos operadores junto a él. Para sorpresa de Alana, su padre tomó el
micrófono, y para no sorpresa de Alana, todos iniciaron con los alaridos
nuevamente. Chloe en cambio se retiró, con una sonrisa en sus labios rojos
sangre. Dirigió su mirada hacia Alana para despedirla con la dulzura que la
caracterizaba a Chloe. Sus rulos pelirrojos rebotaron como resortes mientras se
marchaba por la puerta del gimnasio. Si le molestaba que el director nada más
se dirigiera hacia Nerón y no a ella, dejándola como una pared recién pintada
esperando por secar, no lo demostró. Chloe nunca peleaba, era una mujer de lo
más agradables. Alana le sonrió pero sus ojos estaban posados en su padre que
estaba a punto de hablar.
-Quiero que todos sepan que ser un operador no es un
asunto de niños, sé que muchos de aquí todavía lo son pero eso no está mal-
dijo Nerón con una voz neutral, como si estuviera interpretando a un personaje
en una obra y ese fuera el dialogo que se aprendió de memoria días atrás. Su
mirada bailaba en los rostros de diferentes alumnos hasta llegar a su hija
donde centró sus ojos el resto de su discurso. Esta vez era como si en su
cabeza se libraba una batalla para elegir correctamente las palabras. Ahora no
se trataba de un guion armado-, están aprendiendo, descubriendo cosas que antes
no sabían, abriendo sus mentes hacia lo desconocido. Pero cuando sientan que el
futuro se les escapa de sus manos y no saben qué rumbo tendrán sus acciones,
deben siempre recordar que ustedes son los dueños de su vida, aunque tengan que
luchar por ello, nunca pierdan ese poder- Alana sintió como se evaporaban todos
a su alrededor dejándola sola con su padre. La sensación de que Nerón le estaba
hablando solo a ella era persistente y el corazón le dio un vuelco cuando su
padre dejó de mirarla para gritarle a la multitud. El guion pensó Alana-. ¡Y
eso es lo que hace un operador! ¡Quien quiera ser uno de nosotros deberá ser
fuerte y controlar su futuro!
Los alaridos y gritos se hicieron escuchar. Alana pudo
notar que su padre era un increíble actor, se preguntó porque no se había dado
cuenta antes, de que su padre no era feliz con lo que hacía. ¿Por qué ahora
todo era más claro? Vio como su padre se retiraba del gimnasio entre aplausos y
ovaciones y sintió la necesidad de correr tras él y contarle todo. Desde el
rayo de luz hasta las palabras en francés que ni ella creía poder
pronunciarlas. Pero se quedó en su lugar viendo como todos sus compañeros
gritaban el nombre de Nerón y pensando… “Es sólo mi padre”
Lily no podía creer el nivel de sometimiento de la
Comunidad en la que vivía, hace unas semanas se empezó a cuestionar la
necesidad de tener un toque de queda solo para los jóvenes o porque tendría que
haber un operador en cada calle para vigilar… ¿Vigilar qué? Tiempos de paz mis
calzones pensó. Se preguntó si en las otras Zonas sería igual que esto.
Seguramente sí.
Caminaba a paso firme, totalmente asqueada por la
escena que recién había vivido. Ahora los venían a reclutar como soldados,
exactamente lo que hacían las generaciones anteriores cuando libraban sus
estúpidas y egoístas guerras sin sentido. Si habíamos aprendido de los Años
Oscuros ¿Por qué necesitamos operadores? Tenía las manos como puños a sus
costados, sentía como las uñas le lastimaban la piel de las palmas pero no le
importaba en absoluto, su furia era mayor. La cabeza le daba vueltas y no pudo
evitar lanzar algún que otro insulto al aire para desahogar la rabia acumulada
que tenía hacia el director. Agradeció que los pasillos del Instituto estuvieran
vacíos así podría despotricar todo lo que quisiera. Llegó a su casillero, marcó
los dígitos que permitían acceder a él con dificultad ya que tenía los ojos
llenos de lágrimas. No recordaba en que momento sintió ganas de llorar pero
allí estaba, con el rostro mojado intentando inútilmente de recordar su
combinación. Lanzó otro insulto más fuerte, esta vez dirigido al bueno para
nada de Nerón Reed. Antes tal vez lo hubiera aclamado como lo hicieron los
idiotas de sus compañeros, pero ya no, esa Lily había muerto o mejor dicho
creció. Nerón Reed no era más que la cara visible de algo grande que se le
estaba ocultando a la Comunidad. Seguridad Vital no puede ser lo que parece.
Agradeció una vez más al joven de Calix
que le abrió los ojos sobre la mentira de los operadores. Desde esa noche en la
fiesta, Lily, ya no era la misma.
-Pedazo de mierda- insultó al casillero golpeando su
puño contra el duro y frío metal. El sonido se escuchó en todo el pasillo. Lily
deseaba irse del Instituto para leer el libro de poesía Shakesperiana que le
había regalado el joven de la fiesta en Calix.
Él prometió proporcionarle más cosas anteriores a los Años Oscuros. Se
preguntó si esa noche lo vería, tenía tantas preguntas para hacerle y tal vez
acepte la propuesta que el chico le había presentado noches atrás.
-No deberías usar ese lenguaje dentro del Instituto
¿Nadie te ha educado a ti?- una voz femenina le susurró al oído de una forma
espectral. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Lily obligándola a ahogar un
grito. Giro en sus talones por la conmoción y, el susto, hizo que chocara la
parte de atrás de su cabeza con el duro casillero provocando un estruendo que
generó un eco escalofriante a lo largo de todo el pasillo.
-¿Te dolió?- preguntó la mujer demasiado cerca de Lily
con una voz dulce pero perturbadora a la vez. Ahora que podía verla supo quién
era al instante. Era la operadora de la asamblea ¿Pero qué rayos hacía allí?
¿Se habría metido en problemas?
-N-no, estoy bien ¿Qué quiere?- quiso saber Lily con la
voz entre cortada. Algo le decía que era mejor tratarla de usted. Esa mujer,
minutos antes parecía tan agradable. Lily vio como Alana la saludaba desde las
gradas, simulaba ser una persona encantadora, todo lo contrario a los típicos
operadores que la regañaban por no obedecer el toque de queda algunas noches.
Notó que ahora llevaba los rulos rojos recogidos con una coleta lo que la
volvía una mujer más seria, era bajita pero aun así más alta que Lily, aunque
no importara quien ganara en altura era obvio que la muchacha no podría escapar
corriendo, esa mujer parecía fuerte y débil a la vez. Escuchó los gritos
provenientes del gimnasio, alaridos estúpidos que apoyaban cosas sin fundamente
alguno. Deseo estar sola para poder insultarlos como se lo merecían e
insultarla a la mujer de rulos color rojo y mirada verde que estaba delante de
ella. Pero ¿Por qué esta operadora no estaba allí recibiendo los aplausos?
La mujer de dulzura perturbadora atrapó a Lily mirando
en dirección al gimnasio.
-Los aplausos no son lo mío. No me aliste en Seguridad
Vital por esa razón- dijo casi como susurrándole un secreto a Lily. Con cada
palabra estaba más cerca de la muchacha, pero ella parecía no poder moverse ni
apartarse de la operadora. Tenía el cuerpo apretado contra el helado metal del
casillero. Lo maldijo en sus pensamientos, si tan sólo hubiera abierto más
rápido, ella ya estaría de camino a su casa. Pensó en Shakespeare, el muchacho
de Calix y su propuesta, sin saber
porque veía todo el asunto demasiado lejos. Ahora más que nunca deseaba aceptar
lo que le propuso.
-¿Y por qué se alistó en Seguridad Vital?- preguntó
Lily casi con miedo pero evito tartamudear, ya le estaba dando demasiado poder
a la operadora como para humillarse de esa forma.
Era extraño pero el aspecto tan dulce de esa mujer la
aterraba. Esa operadora daba más miedo que cualquier otro tan sólo porque su
belleza y gentileza resultaban perturbadoras.
-Ya que lo mencionas…-respondió la operadora entre
abriendo sus labios rojo sangre que combinaban perfectamente con su cabello.
Lily pudo notar la separación de las dos paletas de la mujer antes de que todo
se volviera negro.
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