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No tenía ni idea de cuál fue la razón que lo impulsó a
decir esas palabras en la Asamblea o si su hija pudo entenderlas completamente.
Se suponía que rezaría el mismo viejo discurso de todos los años, pero encontrarse
con Alana, su hija, finalmente en el asiento que era ocupado todo los años por
una persona distinta, termino de derrumbar sus últimas fuerzas y cedió ante la
desesperación. Necesitaba que su hija entendiera aunque tenía en claro que se
equivocaba en el modo en que lo estaba haciendo. Los mensajes entre líneas no
era la mejor forma de explicarle a Alana lo inexplicable.
Los alumnos del Instituto Nueva Era vitorearon su
nombre una última vez antes de que el director les pidiera que se callara ya
por cuarta vez. Nerón odiaba toda la atención que recibía. No lo merecía, no
por lo que ellos creían.
-¡Ahora vuelvan a sus respectivas clases y no se
olviden de que el futuro está en sus manos!- gritó el director para la multitud
que empezó a aclamar por última vez. Nerón tuvo que reprimir su reacción al oír
la frase que decora todos los Institutos de las Zonas de San Francisco. “El
futuro está en sus manos.” La ironía resultaba hasta graciosa y le provocó unas
ganas locas de reír porque era claro que golpear el rostro del director sería
algo inapropiado para un operador de su rango. Tampoco era como si el hombre
tuviera la culpa, si habría que señalar con el dedo el primer responsable debería
ser por definición, él mismo. Tragó con amargura ante esa idea y elevó la
mirada hacia las gradas donde ahora todos los estudiantes se estaban levantando
y retirándose eufóricos por la charla que acabaron de tener. Observó cómo dos
chicas de la misma edad que su hija lo miraban y cuchichiaban por lo bajo con
risitas propias de una adolescente. Otro grupo de varones, esta vez, estaban
todavía gritando sobre lo excitante que sería convertirse en operador y no
paraban de mirar a Nerón como si fuera una leyenda viviente. Una de la cual no
sabían nada en absoluto.
Nerón deseó que sus palabras no los haya alentado lo
suficiente como para considerar alguna vez ingresar en Seguridad Vital, pero
era un hecho que cada adolescente de la Comunidad soñaba con portar el uniforme
de cuero blanco que ahora él vestía. Pensó en esa chica que confrontó al
director, en como la valentía era notable en sus ojos, así como también el
odio, las dudas y la angustia de, al parecer, ser la única persona en el lugar
que estaba en contra del sistema.
Se equivocaba, no era la única.
-Muchas gracias señor Reed. Siempre es un placer
tenerlo en nuestras instalaciones- el director tomó la mano de Nerón casi
emocionado como un niño que abría su regalo de navidad dos noches antes.
-Puedes tutearme John. Nos conocemos desde que mi hija
entró en el Instituto a los 3 años de edad y ahora ya tiene 18- respondió Nerón
intentando sonar interesado por la conversación. No deseaba estar allí, no
después de hablar frente a tantos niños, porque eso es lo que eran, sobre lo
emocionante que es ser un operador. La culpa le dolía en cada rincón del
corazón, aunque la Asamblea era cosa de todos los años nunca terminaba de
acostumbrarse a ello.
-Lo siento Nerón a veces me olvido que eres solo un
humano ¿Sabes? Tantas hazañas, tanta historia hay en tu apellido… Debo admitir
que te admiro como los alumnos lo hacen- dijo John un poco avergonzado. No
miraba a Nerón a los ojos.
-Lo sé, pero la verdad es que no es la gran cosa. Solo
hago mi deber.
-¡Y de qué forma! ¿Cuántas personas has conseguido
rescatar fuera de los Muros en estos últimos años? El número es enorme y
alentador.
“Rescatar” pensó Nerón intentando tragar sin mucho
éxito. Sintió como su garganta formaba un nudo de tensión presionándolo sin
piedad. Lo último que necesitaba hoy era que John le enumerara los “rescates”
que ha realizado durante años. Cualquier día hubiera soportado charlar con él
sobre esos asuntos pero no hoy. No en el día de la Asamblea de Alana.
-John realmente tengo que irme. Mis saludos a tu esposa
e hijo.
-Espera Nerón, como director debo informarte sobre lo
que ocurrió hoy con Alana. No te alteres-informó John mientras se acomodaba el
nudo de la corbata-, está bien ahora. La pudiste ver hasta recién que ya no
tiene nada en lo absoluto.
¿Le ocurrió algo a Alana? ¿El programa habría sido el
causante? Nerón sintió como el sudor cubría las palmas de sus manos. El nudo en
su garganta era cada vez más grande. Intentó con todas sus fuerzas mostrarse
tranquilo.
-John ¿Qué le sucedió a mi hija?
-Oh relájate, fue un simple e inofensivo ataque de
pánico. Es muy común en adolescentes. Nuestra enferma recién transferida de la
Zona Oeste, una gran profesional debo admitir, se ocupó de Alana y el informe
que me ha pasado es prometedor. Solo obsérvala cuando estén en casa ¿Si?
Nerón asintió sin contestar. Claro que la iba a
observar. La venía observando hace 18 años.
Alana contempló a Isaac mientras éste devoraba su avena
deshidratada con la ferocidad de alguien que no ha comido por meses. La comida
deshidratada se volvió popular en el momento que el hombre terminó de
sentenciar al medio ambiente con los tóxicos de las bombas, acentuando el
cambio climático o calentamiento global, provocando no solo la niebla constante
sino también que los suelos no pudieran ser utilizados para cultivos nunca más.
Los científicos se encargaron, con la escasa tecnología que queda en el mundo,
de remediar esta situación. Hasta entonces en la cafetería del Instituto se
comía comida deshidratada.
-¿Cómo puede gustarte esa avena?- preguntó Alana con
una sensación de náusea en el estómago que le provocaba una expresión graciosa
en el rostro. Como si hubiera chupado un limón antes de hablar.
La cafetería estaba repleta. Las luces blancas tenían
el mismo efecto que la enfermería donde Alana tuvo que ser revisada por la
enferma Rose. Todo era de color blanco. Algunos estudiantes habían empezado ya
a sentarse en las gigantescas mesas redondas de color azul, con las iniciales
“N.A” en color dorado haciendo apología al nombre del Instituto. Nueva Era.
Otros jóvenes deambulaban con sus bandejas en busca de comida deshidratada
mientras parloteaban entre ellos sobre temas adolescentes y, por supuesto el
tema del día para los del último año, la Asamblea.
-Alana, si está en un plato hay que comerlo. Simple
como eso- respondió Isaac mientras tomaba otro gran trozo de avena. Esta vez
amenazó con mostrarle a su amiga el interior de su boca llena de comida
masticada.
-¡No te atrevas o juro que te meteré esa avena donde no
te da el sol!
-Mala elección de palabras. Ya no tenemos sol asique
técnicamente no me vas a hacer nada- dijo Isaac con un gesto victorioso en el
rostro. Intentó lanzarse sobre Alana con la boca abierta delatando una pasta
sin color y probablemente sin gusto que le cubrían los dientes y lengua. La
chica chilló y lo golpeo con su bandeja vacía en la cabeza. Ambos rieron hasta
quedar sin aliento y con un dolor agradable en la panza.
-Ustedes dos sí que la pasan bien en el último año.
Era Emily White, la hija de Chloe.
-Hola Em. Hoy tuvimos la Asamblea y estaba tu madre
¿Sabias?- dijo Isaac quién ya no tenía rastro de comida en la boca pero su cara
estaba roja y los ojos presentaban lágrimas de risa. De felicidad.
-Lo sé. De eso quería hablarte Alana ¿Sabes si todavía
aún sigue en el Instituto mi mamá? Me extraña que
no me haya ido a buscar a mi
clase.
Emily era una muchacha realmente bonita. Tenía el
cabello largo hasta la cintura con pequeñas ondas de color castaño. Sus ojos
eran cafés, redondos y llamativos con largas pestañas que enmarcaban
perfectamente su mirada. Era blanca pálida pero le sentaba bien, su rostro
estaba manchado en la nariz por múltiples pecas color marrón que acentuaban el
hecho de que era tres años menor que Alana e Isaac.
Alana recordó ver a Chloe irse antes de que finalice la
Asamblea pero hasta ese momento no se había preguntado a donde se había ido la
madre de Emily.
-Estoy igual que tu Em, mi padre tampoco se quedó.
Seguramente ya estén trabajando. Sabes cómo son nuestros padres, adictos al
trabajo- respondió Alana con cierto grado de amargura en la voz. Quería hablar
con su padre pero inconscientemente estaba evitando pensar en él o en su
episodio de la mañana. Cada palabra francesa seguía adherida a su mente y
parecían no irse.
-Hablen por sus padres. El mío es tan relajado como yo-
Isaac alzó sus brazos hasta la cabeza, entrelazando sus dedos por detrás de su
cabello lleno de rulos. Se recostó acentuando la palabra relajado.
Constantino siempre ha sido el más flexible, divertido
y hasta amable de los operadores que conocía Alana. Chloe era realmente
agradable una vez que estaba fuera de su puesto de trabajo, pero cuando llevaba
su uniforme blanco y el cabello atado, era objetivamente profesional. Nerón casi
siempre tenía una expresión seria en el rostro y tensión en los grandes hombros
musculosos que tenía. Solo con Alana y Tanya se lograba relajar por completo y
siempre en el interior de su casa, nunca en público. Así que por descarte si,
Isaac tenía razón, Constantino era el más “relajado”. Algo que le encantaba a
Isaac, Alana y Emily.
-Si tenemos que elegir nos quedamos con tu papá antes
que ti, Isaac. Tus chistes son demasiado malos- bromeó Emily golpeando
cariñosamente a Isaac en el hombro. El muchacho la tomó en brazos para que no
pudiera moverse mientras le hacía cosquillas. Emily era muy pequeña tal como su
madre, pero al sonreír no mostraba una separación de los dientes frontales como
Chloe.
-¡Basta Isaac!- chilló entre risas Emily. Las lágrimas
empezaron a brotarle en los ojos y su rostro comenzó a tornarse rosado. Los
mechones castaños de su cabello danzaban de un lado para el otro mientras la
chica intentaba zafarse de los brazos de Isaac.
La voz de una muchacha interrumpió la escena.
-Em, tenemos química y el señor Shaw se va a poner como
una fiera si llegamos tarde- era una muchacha de la misma edad que Emily. A su
lado se encontraba otra chica pero Alana ignoraba sus nombres. Eran tres años
menores que ella e Isaac asique no tenía por qué conocerlas. A decir verdad,
solo se hablaba con Emily, el resto eran solo chiquillos molestos que generalmente no tienen filtro entre lo que
piensan y dicen. Muchas veces compañeros de Emily le pedían que los presentaran
ante Alana o a Isaac, no solo por ser alumnos del último año, sino también, por
ser hijos de dos operadores que estuvieron relacionados con los Nuevos
Acuerdos.
-No escuche el timbre Karen. Vámonos de aquí- respondió
Emily aún agitada por las cosquillas de Isaac.
Alana e Isaac saludaron a su amiga mientras ésta se
posicionaba entre Karen y la otra chica, que seguía sin tener nombre, tomando
los brazos de ambas. Alana pudo escuchar un pedazo de la conversación entre
ellas.
-Envidio tus amistades. Ese Isaac esta tan bueno-
susurró Karen al oído de Emily. La chica se ruborizó un poco y no pudo evitar
mirar atrás hacía Isaac. Luego siguieron su camino hasta el edificio de
química.
Alana se volteó hacia su amigo, quien estaba con un
gesto victorioso en el rostro.
-No tomes muy enserio lo que diga esa Karen. Eres tan
atractivo como una patada en el trasero mi querido amigo.
-Karen no piensa lo mismo- respondió Isaac con su
intento de ronroneo sexy. Alana no pudo evitar lanzar una carcajada. Isaac
nunca estuvo con ninguna chica, la muchacha ni siquiera sabía si alguien le
interesaba a su amigo.
-Tal vez la invite a salir- continuó Isaac todavía en
su papel de seductor empedernido.
-Tiene tres años menos que tú.
-¿Y? Tal vez sea como Emily. Ella es menor que nosotros
pero es realmente divertida, sensible, madura, bonita…-indicó con un suspiró.
Ahora él estaba ruborizado. Alana recordó como Emily volteaba a ver a Isaac con
sus mejillas color rosa. Las pecas de su nariz resaltaban cuando se
avergonzaba.
Un silencio extraño se abrió paso entre Isaac y Alana.
El muchacho parecía perdido en sus pensamientos y Alana tenía la leve sospecha
que en ellos se encontraba Emily. Intentó imaginarse a su mejor amigo con su
amiga de la infancia y lo que visualizó se sentía raro. ¿En qué momento de la
vida dejas de ser amiga para pasar a ser mujer ante la mirada de un hombre?
Cuando te sale el busto diría Brad. Pero esa no era la intención que tuvo Isaac
al referirse a Emily. Él dijo “bonita” y eso significaba mucho más. Alana casi
sintió envidia, no por Isaac pensando en Emily como una chica atractiva, él era
su mejor amigo y nunca mezclaría su amistad con otros asuntos así, pero sí
deseo en el fondo de su corazón que alguien la llamara bonita a ella.
El sonido de la campana que anunciaba el fin del
almuerzo para los alumnos del último año llenó el silencio y como un acuerdo
tácito entre los dos, se levantaron de sus asientos y se dirigieron a sus
próximas clases.
-Em ¿Cuándo será el día que me presentarás a Isaac
Simmons? Este es su último año y voy a perder la oportunidad de salir con él.
Emily no sabía cómo contestar a ello. Más de una vez
intentó imaginarse a Isaac con alguna de sus amigas, pero no lo logró, y en
especial cuando se trataba de Karen Kingston. Una rubia alta que aparentaba tener
más edad de la que realmente tenía solo para llamar la atención de los chicos
más grandes. Isaac era un pez gordo para Karen, no sólo estaba en último año
sino que también tenía a su padre trabajando en Seguridad Vital y había
participado en los Nuevo Acuerdos. En la lista de popularidad en la Comunidad
venían primero los Reed, luego los Simmons y luego un par de familias más. La
familia de Emily pertenecía a los mortales, quienes no habían tenido un papel
protagónico en la historia de la Comunidad, pero aun así eran operadores. Emily
sabía que a Chloe no le interesaba la fama ni los aplausos en la Comunidad y
era por eso que tenía una relación muy cercana a su madre. Otro factor que
posiblemente ayudo en la relación con su madre era la ausencia de un padre en
la vida de Emily. Chloe nunca habló de él y la muchacha nunca preguntó. Algunas
cosas son mejores dejarlas enterradas. Si su padre no quería saber de ella,
entonces Emily tampoco lo necesitaba.
-O tal vez podría yo invitarlo a salir- dijo Stephenie
Mars tratando de molestar a Karen, quien ahora, estaba pasando un lápiz labial
rosa por sus finos labios en su afán por volverlos más llamativos. Eso era lo
que hacen las chicas como Karen, pretender.
-No quiero lastimar tus delicados sentimientos
Stephenie pero Isaac ya está apartado para mí.
Esas palabras lograron hacer reír a Emily.
-¿Dije algo gracioso?
-No, es que Isaac no es realmente tu tipo Karen. No es
el tipo de nadie- dijo Emily tratando de contener las carcajadas. Pero luego
pensó seriamente en lo que acaba de decir. ¿Isaac tendría algún tipo de chica?
Y ¿Qué tipo de chico era Isaac? Sea cual fuere la respuesta, definitivamente,
chicos como Isaac y chicas como Karen no irían bien juntos.
-Yo soy el tipo de todos, Em- respondió Karen con un
gesto de indiferencia y se dirigió nuevamente a su reflejo. Esta vez le dedicó
tiempo a su cabello rubio-. Además ¿No te gustaría que tu mejor amiga salga con
tu mejor amigo? Sería divertido.
Otro comentario que provocó que Emily tuviera ganas de
morirse de risa ahí mismo. Karen siempre se la pasaba diciendo que era la mejor
amiga de Emily cuando la verdad era que solo pasaban el rato juntas y era claro
que Karen lo hacía solamente por las amistades “interesantes” de Emily.
-Sí, divertido-dijo Emily mordiéndose el labio inferior
para aguantar una nueva carcajada. Pronto sus pensamientos divagaron y dejaron
de escuchar a una Karen que empezó a hablar sobre lo sexy que sería tener un
novio en el último año y que además sea tan famoso como la familia Reed. Emily
no pudo evitar preguntarse qué veía, chicas como Karen Kingston, en Isaac,
además del apellido claro.
Pensó en los rulos desprolijos y rebeldes de su amigo,
y de la forma que caían sobre su frente demostrando que era imposible
peinarlos. Tuvo unas ganas repentinas e inexplicables de despeinarlo como suele
hacer cuando juguetean. Una sensación agradable le recorrió el cuerpo al
recordar como la había tomado en sus brazos hace instantes.
-… ¿Vamos a ir?- la voz de Karen insistente la distrajo
de sus pensamientos que estaban tomando un rumbo extraño. Pensar en Isaac de
esa forma era desconcertante.
-¿Qué?
-No estabas escuchándome Em. Te pregunté si vamos a ir
a la fiesta en Calix. Ya sabes la que van los de último año siempre. Ultra
secreta, contra el toque de queda, llena de chicos lindos, Isaac…
-¡Entendí!- de repente Emily no tenía deseos de
escuchar a Karen hablar sobre Isaac otra vez. Antes resultaba gracioso pero
ahora preferiría no hablar sobre él. No entendía por qué-. Es para los del
último año ya lo sabes. Ellos tienen más posibilidades de escaparse, nosotros
no. Además mi mamá...
No es la primera vez que Emily era invitada a las
fiestas en Calix. Alana e Isaac iban casi todos los fines de semanas, casi como
una rutina para ellos, pero Emily era tres años menor y los de primer año no
concurrían a fiestas clandestinas. Otro factor era Chloe, su madre, quien no
aprobaría esto y sería una deshonra para la pequeña familia White. No era como
si para la familia Reed y Simmons no fuera así también, tal vez sería aún más
bochornoso para sus padres en el trabajo, hijos de operadores tan famosos
mezclados en fiestas violando millones de reglas de la Comunidad, no se vería
bien. Aunque Alana e Isaac ignoraban las consecuencias, era su último año, y un
poco de rebeldía no mataría a nadie. Pero no Emily no, ella no le traería
problemas a su madre, quien ya ha sufrido bastante para conseguir el puesto que
tiene en Seguridad Vital. Tal vez los Reed tuviera un puesto siempre abierto
para ellos aunque quisieran tirar los Muros abajo si se les ocurriera, pero no
los White, Emily debía mostrarse capaz desde joven como lo hizo su madre y
escalar puestos hasta triunfar como operadora. Calix estaba lejos de sus planes
hasta por lo menos llegar a último año.
-Em, por favor. Sabes que sin ti no podemos ingresar,
necesitamos conocer a algún chico de último año ¿O no Steph?- Karen le dio un
codazo en las costillas a Stephenie que estaba concentrada delineándose los
ojos de un azul bastante llamativo. La chica dio un salto.
-¡Casi me haces perder el ojo Karen!- dijo Stephenie
realmente indignada. Emily pensó que lo que más le molestaba era que su
maquillaje se había corrido y no la idea de perder un ojo con un delineador de
ojos, lo cual era bastante ridículo.
“Isaac nunca se fijaría en ellas” pensó con una sonrisa
victoriosa en el rostro, pero pronto alejo cualquier pensamiento de él, con un
poco de culpa.
-No seas exagerada. Igualmente te hubiera hecho un
favor, ese azul es horrendo. Bueno a lo importante, escuché de Amy Berry que su
hermano mayor saldrá hoy a una fiesta en Calix ¡Tenemos que ir chicas!
Imagínennos como las primeras de primer año yendo a fiestas clandestinas contra
el Gobierno. ¿Excitante no?
Isaac y Alana habían dejado de intentar hace mucho
tiempo ya que Emily vaya a las fiestas de Calix. Si sus dos mejores amigos de
la infancia no podían convencerla era claro que Karen y Stephenie no lo
conseguirían.
Una excusa. Desde que empezó el año electivo, Emily,
inventaba excusas para zafarse de cada fin de semana que Calix realizaba una
fiesta. ¿Quién las hacía, de todos modos? Tal vez un día los delatarían a todos
en plena pista de baile. Emily no iba a estar allí para averiguarlo.
-Hoy es el cumpleaños de mamá. No voy a dejarla sola
esta noche. Tal vez la próxima y no vayan ustedes, puede ser peligroso, no
saben ni quien realiza estos encuentros clandestinos. Nos vemos en Historia 1.
Adiós- dijo rápidamente Emily con la intensión de salir del baño de chicas lo
más rápido posible.
-¡Ey! ¿Pero el cumpleaños de tu mamá no fue el fin de
semana pasado?
Emily no paró para contestarle a Karen y siguió
caminando por el corredor del Instituto hasta el edificio de Historia. Tenía 20
minutos a su favor y eso solo si la profesora Clare llegaba temprano, algo que
pocas veces sucedía en su clase. Debía encontrar algo para hacer que no
involucre ni a Karen, ni a Stephenie, ni fiestas en Calix y en especial a
Isaac. No quería pensar en él.
¿En qué momento tus sentimientos cambian de tal forma
que tú eres el último en enterarte?
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