jueves, 5 de septiembre de 2013

Capitulo 3: Nuevos Aires.

3

No tenía ni idea de cuál fue la razón que lo impulsó a decir esas palabras en la Asamblea o si su hija pudo entenderlas completamente. Se suponía que rezaría el mismo viejo discurso de todos los años, pero encontrarse con Alana, su hija, finalmente en el asiento que era ocupado todo los años por una persona distinta, termino de derrumbar sus últimas fuerzas y cedió ante la desesperación. Necesitaba que su hija entendiera aunque tenía en claro que se equivocaba en el modo en que lo estaba haciendo. Los mensajes entre líneas no era la mejor forma de explicarle a Alana lo inexplicable.
Los alumnos del Instituto Nueva Era vitorearon su nombre una última vez antes de que el director les pidiera que se callara ya por cuarta vez. Nerón odiaba toda la atención que recibía. No lo merecía, no por lo que ellos creían.

-¡Ahora vuelvan a sus respectivas clases y no se olviden de que el futuro está en sus manos!- gritó el director para la multitud que empezó a aclamar por última vez. Nerón tuvo que reprimir su reacción al oír la frase que decora todos los Institutos de las Zonas de San Francisco. “El futuro está en sus manos.” La ironía resultaba hasta graciosa y le provocó unas ganas locas de reír porque era claro que golpear el rostro del director sería algo inapropiado para un operador de su rango. Tampoco era como si el hombre tuviera la culpa, si habría que señalar con el dedo el primer responsable debería ser por definición, él mismo. Tragó con amargura ante esa idea y elevó la mirada hacia las gradas donde ahora todos los estudiantes se estaban levantando y retirándose eufóricos por la charla que acabaron de tener. Observó cómo dos chicas de la misma edad que su hija lo miraban y cuchichiaban por lo bajo con risitas propias de una adolescente. Otro grupo de varones, esta vez, estaban todavía gritando sobre lo excitante que sería convertirse en operador y no paraban de mirar a Nerón como si fuera una leyenda viviente. Una de la cual no sabían nada en absoluto.
Nerón deseó que sus palabras no los haya alentado lo suficiente como para considerar alguna vez ingresar en Seguridad Vital, pero era un hecho que cada adolescente de la Comunidad soñaba con portar el uniforme de cuero blanco que ahora él vestía. Pensó en esa chica que confrontó al director, en como la valentía era notable en sus ojos, así como también el odio, las dudas y la angustia de, al parecer, ser la única persona en el lugar que estaba en contra del sistema.

Se equivocaba, no era la única.

-Muchas gracias señor Reed. Siempre es un placer tenerlo en nuestras instalaciones- el director tomó la mano de Nerón casi emocionado como un niño que abría su regalo de navidad dos noches antes.

-Puedes tutearme John. Nos conocemos desde que mi hija entró en el Instituto a los 3 años de edad y ahora ya tiene 18- respondió Nerón intentando sonar interesado por la conversación. No deseaba estar allí, no después de hablar frente a tantos niños, porque eso es lo que eran, sobre lo emocionante que es ser un operador. La culpa le dolía en cada rincón del corazón, aunque la Asamblea era cosa de todos los años nunca terminaba de acostumbrarse a ello.

-Lo siento Nerón a veces me olvido que eres solo un humano ¿Sabes? Tantas hazañas, tanta historia hay en tu apellido… Debo admitir que te admiro como los alumnos lo hacen- dijo John un poco avergonzado. No miraba a Nerón a los ojos.

-Lo sé, pero la verdad es que no es la gran cosa. Solo hago mi deber.

-¡Y de qué forma! ¿Cuántas personas has conseguido rescatar fuera de los Muros en estos últimos años? El número es enorme y alentador.

“Rescatar” pensó Nerón intentando tragar sin mucho éxito. Sintió como su garganta formaba un nudo de tensión presionándolo sin piedad. Lo último que necesitaba hoy era que John le enumerara los “rescates” que ha realizado durante años. Cualquier día hubiera soportado charlar con él sobre esos asuntos pero no hoy. No en el día de la Asamblea de Alana.

-John realmente tengo que irme. Mis saludos a tu esposa e hijo.

-Espera Nerón, como director debo informarte sobre lo que ocurrió hoy con Alana. No te alteres-informó John mientras se acomodaba el nudo de la corbata-, está bien ahora. La pudiste ver hasta recién que ya no tiene nada en lo absoluto.

¿Le ocurrió algo a Alana? ¿El programa habría sido el causante? Nerón sintió como el sudor cubría las palmas de sus manos. El nudo en su garganta era cada vez más grande. Intentó con todas sus fuerzas mostrarse tranquilo.

-John ¿Qué le sucedió a mi hija?

-Oh relájate, fue un simple e inofensivo ataque de pánico. Es muy común en adolescentes. Nuestra enferma recién transferida de la Zona Oeste, una gran profesional debo admitir, se ocupó de Alana y el informe que me ha pasado es prometedor. Solo obsérvala cuando estén en casa ¿Si?
Nerón asintió sin contestar. Claro que la iba a observar. La venía observando hace 18 años.








Alana contempló a Isaac mientras éste devoraba su avena deshidratada con la ferocidad de alguien que no ha comido por meses. La comida deshidratada se volvió popular en el momento que el hombre terminó de sentenciar al medio ambiente con los tóxicos de las bombas, acentuando el cambio climático o calentamiento global, provocando no solo la niebla constante sino también que los suelos no pudieran ser utilizados para cultivos nunca más. Los científicos se encargaron, con la escasa tecnología que queda en el mundo, de remediar esta situación. Hasta entonces en la cafetería del Instituto se comía comida deshidratada.

-¿Cómo puede gustarte esa avena?- preguntó Alana con una sensación de náusea en el estómago que le provocaba una expresión graciosa en el rostro. Como si hubiera chupado un limón antes de hablar.
La cafetería estaba repleta. Las luces blancas tenían el mismo efecto que la enfermería donde Alana tuvo que ser revisada por la enferma Rose. Todo era de color blanco. Algunos estudiantes habían empezado ya a sentarse en las gigantescas mesas redondas de color azul, con las iniciales “N.A” en color dorado haciendo apología al nombre del Instituto. Nueva Era. Otros jóvenes deambulaban con sus bandejas en busca de comida deshidratada mientras parloteaban entre ellos sobre temas adolescentes y, por supuesto el tema del día para los del último año, la Asamblea.

-Alana, si está en un plato hay que comerlo. Simple como eso- respondió Isaac mientras tomaba otro gran trozo de avena. Esta vez amenazó con mostrarle a su amiga el interior de su boca llena de comida masticada.

-¡No te atrevas o juro que te meteré esa avena donde no te da el sol!

-Mala elección de palabras. Ya no tenemos sol asique técnicamente no me vas a hacer nada- dijo Isaac con un gesto victorioso en el rostro. Intentó lanzarse sobre Alana con la boca abierta delatando una pasta sin color y probablemente sin gusto que le cubrían los dientes y lengua. La chica chilló y lo golpeo con su bandeja vacía en la cabeza. Ambos rieron hasta quedar sin aliento y con un dolor agradable en la panza.

-Ustedes dos sí que la pasan bien en el último año.

Era Emily White, la hija de Chloe.

-Hola Em. Hoy tuvimos la Asamblea y estaba tu madre ¿Sabias?- dijo Isaac quién ya no tenía rastro de comida en la boca pero su cara estaba roja y los ojos presentaban lágrimas de risa. De felicidad.

-Lo sé. De eso quería hablarte Alana ¿Sabes si todavía aún sigue en el Instituto mi mamá? Me extraña que 
no me haya ido a buscar a mi clase.

Emily era una muchacha realmente bonita. Tenía el cabello largo hasta la cintura con pequeñas ondas de color castaño. Sus ojos eran cafés, redondos y llamativos con largas pestañas que enmarcaban perfectamente su mirada. Era blanca pálida pero le sentaba bien, su rostro estaba manchado en la nariz por múltiples pecas color marrón que acentuaban el hecho de que era tres años menor que Alana e Isaac.
Alana recordó ver a Chloe irse antes de que finalice la Asamblea pero hasta ese momento no se había preguntado a donde se había ido la madre de Emily.

-Estoy igual que tu Em, mi padre tampoco se quedó. Seguramente ya estén trabajando. Sabes cómo son nuestros padres, adictos al trabajo- respondió Alana con cierto grado de amargura en la voz. Quería hablar con su padre pero inconscientemente estaba evitando pensar en él o en su episodio de la mañana. Cada palabra francesa seguía adherida a su mente y parecían no irse.

-Hablen por sus padres. El mío es tan relajado como yo- Isaac alzó sus brazos hasta la cabeza, entrelazando sus dedos por detrás de su cabello lleno de rulos. Se recostó acentuando la palabra relajado.
Constantino siempre ha sido el más flexible, divertido y hasta amable de los operadores que conocía Alana. Chloe era realmente agradable una vez que estaba fuera de su puesto de trabajo, pero cuando llevaba su uniforme blanco y el cabello atado, era objetivamente profesional. Nerón casi siempre tenía una expresión seria en el rostro y tensión en los grandes hombros musculosos que tenía. Solo con Alana y Tanya se lograba relajar por completo y siempre en el interior de su casa, nunca en público. Así que por descarte si, Isaac tenía razón, Constantino era el más “relajado”. Algo que le encantaba a Isaac, Alana y Emily.

-Si tenemos que elegir nos quedamos con tu papá antes que ti, Isaac. Tus chistes son demasiado malos- bromeó Emily golpeando cariñosamente a Isaac en el hombro. El muchacho la tomó en brazos para que no pudiera moverse mientras le hacía cosquillas. Emily era muy pequeña tal como su madre, pero al sonreír no mostraba una separación de los dientes frontales como Chloe.

-¡Basta Isaac!- chilló entre risas Emily. Las lágrimas empezaron a brotarle en los ojos y su rostro comenzó a tornarse rosado. Los mechones castaños de su cabello danzaban de un lado para el otro mientras la chica intentaba zafarse de los brazos de Isaac.

La voz de una muchacha interrumpió la escena.

-Em, tenemos química y el señor Shaw se va a poner como una fiera si llegamos tarde- era una muchacha de la misma edad que Emily. A su lado se encontraba otra chica pero Alana ignoraba sus nombres. Eran tres años menores que ella e Isaac asique no tenía por qué conocerlas. A decir verdad, solo se hablaba con Emily, el resto eran solo chiquillos molestos que  generalmente no tienen filtro entre lo que piensan y dicen. Muchas veces compañeros de Emily le pedían que los presentaran ante Alana o a Isaac, no solo por ser alumnos del último año, sino también, por ser hijos de dos operadores que estuvieron relacionados con los Nuevos Acuerdos.

-No escuche el timbre Karen. Vámonos de aquí- respondió Emily aún agitada por las cosquillas de Isaac.
Alana e Isaac saludaron a su amiga mientras ésta se posicionaba entre Karen y la otra chica, que seguía sin tener nombre, tomando los brazos de ambas. Alana pudo escuchar un pedazo de la conversación entre ellas.

-Envidio tus amistades. Ese Isaac esta tan bueno- susurró Karen al oído de Emily. La chica se ruborizó un poco y no pudo evitar mirar atrás hacía Isaac. Luego siguieron su camino hasta el edificio de química.
Alana se volteó hacia su amigo, quien estaba con un gesto victorioso en el rostro.

-No tomes muy enserio lo que diga esa Karen. Eres tan atractivo como una patada en el trasero mi querido amigo.

-Karen no piensa lo mismo- respondió Isaac con su intento de ronroneo sexy. Alana no pudo evitar lanzar una carcajada. Isaac nunca estuvo con ninguna chica, la muchacha ni siquiera sabía si alguien le interesaba a su amigo.

-Tal vez la invite a salir- continuó Isaac todavía en su papel de seductor empedernido.

-Tiene tres años menos que tú.

-¿Y? Tal vez sea como Emily. Ella es menor que nosotros pero es realmente divertida, sensible, madura, bonita…-indicó con un suspiró. Ahora él estaba ruborizado. Alana recordó como Emily volteaba a ver a Isaac con sus mejillas color rosa. Las pecas de su nariz resaltaban cuando se avergonzaba.
Un silencio extraño se abrió paso entre Isaac y Alana. El muchacho parecía perdido en sus pensamientos y Alana tenía la leve sospecha que en ellos se encontraba Emily. Intentó imaginarse a su mejor amigo con su amiga de la infancia y lo que visualizó se sentía raro. ¿En qué momento de la vida dejas de ser amiga para pasar a ser mujer ante la mirada de un hombre? Cuando te sale el busto diría Brad. Pero esa no era la intención que tuvo Isaac al referirse a Emily. Él dijo “bonita” y eso significaba mucho más. Alana casi sintió envidia, no por Isaac pensando en Emily como una chica atractiva, él era su mejor amigo y nunca mezclaría su amistad con otros asuntos así, pero sí deseo en el fondo de su corazón que alguien la llamara bonita a ella.
El sonido de la campana que anunciaba el fin del almuerzo para los alumnos del último año llenó el silencio y como un acuerdo tácito entre los dos, se levantaron de sus asientos y se dirigieron a sus próximas clases.










-Em ¿Cuándo será el día que me presentarás a Isaac Simmons? Este es su último año y voy a perder la oportunidad de salir con él.

Emily no sabía cómo contestar a ello. Más de una vez intentó imaginarse a Isaac con alguna de sus amigas, pero no lo logró, y en especial cuando se trataba de Karen Kingston. Una rubia alta que aparentaba tener más edad de la que realmente tenía solo para llamar la atención de los chicos más grandes. Isaac era un pez gordo para Karen, no sólo estaba en último año sino que también tenía a su padre trabajando en Seguridad Vital y había participado en los Nuevo Acuerdos. En la lista de popularidad en la Comunidad venían primero los Reed, luego los Simmons y luego un par de familias más. La familia de Emily pertenecía a los mortales, quienes no habían tenido un papel protagónico en la historia de la Comunidad, pero aun así eran operadores. Emily sabía que a Chloe no le interesaba la fama ni los aplausos en la Comunidad y era por eso que tenía una relación muy cercana a su madre. Otro factor que posiblemente ayudo en la relación con su madre era la ausencia de un padre en la vida de Emily. Chloe nunca habló de él y la muchacha nunca preguntó. Algunas cosas son mejores dejarlas enterradas. Si su padre no quería saber de ella, entonces Emily tampoco lo necesitaba.

-O tal vez podría yo invitarlo a salir- dijo Stephenie Mars tratando de molestar a Karen, quien ahora, estaba pasando un lápiz labial rosa por sus finos labios en su afán por volverlos más llamativos. Eso era lo que hacen las chicas como Karen, pretender.

-No quiero lastimar tus delicados sentimientos Stephenie pero Isaac ya está apartado para mí.
Esas palabras lograron hacer reír a Emily.

-¿Dije algo gracioso?

-No, es que Isaac no es realmente tu tipo Karen. No es el tipo de nadie- dijo Emily tratando de contener las carcajadas. Pero luego pensó seriamente en lo que acaba de decir. ¿Isaac tendría algún tipo de chica? Y ¿Qué tipo de chico era Isaac? Sea cual fuere la respuesta, definitivamente, chicos como Isaac y chicas como Karen no irían bien juntos.

-Yo soy el tipo de todos, Em- respondió Karen con un gesto de indiferencia y se dirigió nuevamente a su reflejo. Esta vez le dedicó tiempo a su cabello rubio-. Además ¿No te gustaría que tu mejor amiga salga con tu mejor amigo? Sería divertido.

Otro comentario que provocó que Emily tuviera ganas de morirse de risa ahí mismo. Karen siempre se la pasaba diciendo que era la mejor amiga de Emily cuando la verdad era que solo pasaban el rato juntas y era claro que Karen lo hacía solamente por las amistades “interesantes” de Emily.

-Sí, divertido-dijo Emily mordiéndose el labio inferior para aguantar una nueva carcajada. Pronto sus pensamientos divagaron y dejaron de escuchar a una Karen que empezó a hablar sobre lo sexy que sería tener un novio en el último año y que además sea tan famoso como la familia Reed. Emily no pudo evitar preguntarse qué veía, chicas como Karen Kingston, en Isaac, además del apellido claro.
Pensó en los rulos desprolijos y rebeldes de su amigo, y de la forma que caían sobre su frente demostrando que era imposible peinarlos. Tuvo unas ganas repentinas e inexplicables de despeinarlo como suele hacer cuando juguetean. Una sensación agradable le recorrió el cuerpo al recordar como la había tomado en sus brazos hace instantes.

-… ¿Vamos a ir?- la voz de Karen insistente la distrajo de sus pensamientos que estaban tomando un rumbo extraño. Pensar en Isaac de esa forma era desconcertante.

-¿Qué?

-No estabas escuchándome Em. Te pregunté si vamos a ir a la fiesta en Calix. Ya sabes la que van los de último año siempre. Ultra secreta, contra el toque de queda, llena de chicos lindos, Isaac…

-¡Entendí!- de repente Emily no tenía deseos de escuchar a Karen hablar sobre Isaac otra vez. Antes resultaba gracioso pero ahora preferiría no hablar sobre él. No entendía por qué-. Es para los del último año ya lo sabes. Ellos tienen más posibilidades de escaparse, nosotros no. Además mi mamá...
No es la primera vez que Emily era invitada a las fiestas en Calix. Alana e Isaac iban casi todos los fines de semanas, casi como una rutina para ellos, pero Emily era tres años menor y los de primer año no concurrían a fiestas clandestinas. Otro factor era Chloe, su madre, quien no aprobaría esto y sería una deshonra para la pequeña familia White. No era como si para la familia Reed y Simmons no fuera así también, tal vez sería aún más bochornoso para sus padres en el trabajo, hijos de operadores tan famosos mezclados en fiestas violando millones de reglas de la Comunidad, no se vería bien. Aunque Alana e Isaac ignoraban las consecuencias, era su último año, y un poco de rebeldía no mataría a nadie. Pero no Emily no, ella no le traería problemas a su madre, quien ya ha sufrido bastante para conseguir el puesto que tiene en Seguridad Vital. Tal vez los Reed tuviera un puesto siempre abierto para ellos aunque quisieran tirar los Muros abajo si se les ocurriera, pero no los White, Emily debía mostrarse capaz desde joven como lo hizo su madre y escalar puestos hasta triunfar como operadora. Calix estaba lejos de sus planes hasta por lo menos llegar a último año.

-Em, por favor. Sabes que sin ti no podemos ingresar, necesitamos conocer a algún chico de último año ¿O no Steph?- Karen le dio un codazo en las costillas a Stephenie que estaba concentrada delineándose los ojos de un azul bastante llamativo. La chica dio un salto.

-¡Casi me haces perder el ojo Karen!- dijo Stephenie realmente indignada. Emily pensó que lo que más le molestaba era que su maquillaje se había corrido y no la idea de perder un ojo con un delineador de ojos, lo cual era bastante ridículo.

“Isaac nunca se fijaría en ellas” pensó con una sonrisa victoriosa en el rostro, pero pronto alejo cualquier pensamiento de él, con un poco de culpa.

-No seas exagerada. Igualmente te hubiera hecho un favor, ese azul es horrendo. Bueno a lo importante, escuché de Amy Berry que su hermano mayor saldrá hoy a una fiesta en Calix ¡Tenemos que ir chicas! Imagínennos como las primeras de primer año yendo a fiestas clandestinas contra el Gobierno. ¿Excitante no?
Isaac y Alana habían dejado de intentar hace mucho tiempo ya que Emily vaya a las fiestas de Calix. Si sus dos mejores amigos de la infancia no podían convencerla era claro que Karen y Stephenie no lo conseguirían.
Una excusa. Desde que empezó el año electivo, Emily, inventaba excusas para zafarse de cada fin de semana que Calix realizaba una fiesta. ¿Quién las hacía, de todos modos? Tal vez un día los delatarían a todos en plena pista de baile. Emily no iba a estar allí para averiguarlo.

-Hoy es el cumpleaños de mamá. No voy a dejarla sola esta noche. Tal vez la próxima y no vayan ustedes, puede ser peligroso, no saben ni quien realiza estos encuentros clandestinos. Nos vemos en Historia 1. Adiós- dijo rápidamente Emily con la intensión de salir del baño de chicas lo más rápido posible.

-¡Ey! ¿Pero el cumpleaños de tu mamá no fue el fin de semana pasado?
Emily no paró para contestarle a Karen y siguió caminando por el corredor del Instituto hasta el edificio de Historia. Tenía 20 minutos a su favor y eso solo si la profesora Clare llegaba temprano, algo que pocas veces sucedía en su clase. Debía encontrar algo para hacer que no involucre ni a Karen, ni a Stephenie, ni fiestas en Calix y en especial a Isaac. No quería pensar en él.


¿En qué momento tus sentimientos cambian de tal forma que tú eres el último en enterarte?

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