jueves, 1 de agosto de 2013

Chloe (parte 1)



Hoy no esta saliendo como lo esperaba, el dinero no me alcanzará, tendré que decirle a Tony que no podré pagar la renta este mes, como el mes pasado y el anterior. Esto esta mal. Esta noche tiene que irme bien, todavía no ha terminado y tal vez en esta calle consiga algo. El solo hecho de pensarlo hace que me estremezca y lleve las manos a mi estomago sintiéndome enferma. Todavía no me recupero del último. 
El frío es seco, tengo las manos entumecidas y apenas siento mi rostro. Solo quiero dormir... sola. 
Si sigo caminando en linea recta no llegaré a ningún lado, al parecer hoy no hay más. Se que necesito el dinero pero mi cuerpo agradece que haya terminado. Me tropiezo torpemente con los tacos, ya no siento mis pies y creo que voy a caerme cuando percibo las luces de un auto frenando en dirección hacia mi. "¿Por qué tuviste que aparecer?" grita mi mente ya totalmente rendida. 
"Necesito el dinero" pienso mientras me acerco al coche tratando de no perder el equilibrio, no puedo espantar a éste. Baja su ventanilla y me mira con un ceño fruncido. Tiene agradables ojos azules que la poca luz los convierte en casi negros pero aún se aprecia su belleza. El cabello lo lleva corto pero no demasiado, podría despeinarlo si quisiera... Si él quisiera que lo haga. Lleva una camiseta negra lisa y jeans. Un hombre normal, atractivo, si lo viera en la calle diría que es noble, pero en estas circunstancias se que es un cerdo más. Las apariencias engañan, este trabajo me lo dejo muy claro. 

-Una hora por doscientos, dos por cuatrocientos, más no puedo ofrecerte cariño. Esta noche no- murmuro mientras ingreso la mitad de mi cuerpo dentro del auto por la ventanilla. La peor parte de este trabajo es tratarlos bien a ellos, los que generalmente te pegan o te insultan. Pero ellos tienen el dinero, yo no. 

-¿No te estas helando allí afuera caminando con tan poca ropa?- me pregunta delicadamente casi preocupado de verdad, mis oídos no están acostumbrados a escuchar este tipo de preguntas. ¿A qué diablos esta jugando? 

-Bueno podríamos calentarnos juntos, cariño- respondo siguiendo mi papel. Sin fallas, sin lágrimas, así se consigue el mejor dinero. 

-No tienes que hablar así ¿Lo sabes verdad?- murmura otra vez con esa voz tan dulce. "Perfecto, vamos al punto" pienso tratando de que todo sea rápido. Abro la puerta del acompañante desde adentro y me meto en el interior. Estaba la calefacción puesta y mi piel pálida y helada agradeció eso. Ahora más de cerca, el hombre, no resultaba para nada grotesco como lo que estoy acostumbrada a ver en este trabajo. Me pregunto que hace un hombre como el en esta situación conmigo, que tan desesperado debe estar por "amor", aunque al verlo detalladamente no creo que tenga problema en conseguir a alguna mujer. 
"Es un cerdo" reflexione antes de hablar.

-Bueno, entonces ¿Qué hacemos esta noche?

-¿Qué te parece si comemos? Estoy seguro que todavía no comiste- responde con esa voz que ya me saca de mis nervios. ¿Por qué sos dulce? No deberías ser así, no seas así.

-¿A qué diablos estas jugando?- chillo casi levantando la voz. No debí hacer eso, ahora viene el golpe, la cachetada, el puño. Cierro los ojos casi instantáneamente esperando el impacto en mi rostro pero nada llega, sólo el aire cálido del calefactor del auto. Se estaba agradable ahí adentro antes que el frío invierno de la calle desolada.

-¿Eliges tu el lugar para ir a comer o yo? Conozco uno muy bueno donde venden los mejores tacos de esta ciudad- dice casi como olvidandose que esta sentado con una puta en su coche. Porque eso soy, soy una puta. Entonces ¿Por qué no me trata como tal?

-Los tacos suenan bien- respondo mientras me aferro con mis manos a mi panza que gruñe quejandose de la falta de alimentos de hace casi ya dos días. Tal vez este hombre quiera jugar, darme de comer y luego llevarme al callejón fuera del restaurant y hacerlo ahí, o cabe la posibilidad que no me lleve a comer y haga lo que quiera de mi. Cualquiera de las dos no me interesan.

-Por cierto, me llamo Stan- me dice con sus manos en la llave del auto arrancándolo  Me mira con sus ojos azules preguntándome mi nombre sin palabras. Casi nunca digo mi nombre cuando estoy trabajando, no es que al cliente le interese demasiado. 

-Chloe- respondo repentinamente timida y no entiendo por qué. No puedo sostenerle la mirada, me siento demasiado sucia y desagradable a la vista... a su vista azul.
Si es un cerdo, estoy acostumbrada. 
Si es un golpeador, estoy acostumbrada.
Si es un pervertido, estoy acostumbrada.
Pero él es... ¿Agradable? Definitivamente no estoy familiarizada con este tipo de hombres. Me asusta pero por alguna extraña razón confío en Stan. 





  

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