Ella está asustada. Está fumando un cigarrillo, como suele
hacer cada vez que está nerviosa y no puede con su genio ¿Por qué está
nerviosa? ¿Por qué ha comenzado a fumar hace tan sólo unas semanas atrás? Ella está
esperando el colectivo como todas las mañanas, pero esta es diferente, porque
ella es diferente. No es la niña de los trofeos de gimnasia artística que su
madre añora y mira todas las noches antes de irse a dormir, orgullosa de su
hija talentosa. No es la niña de los ojos de papá, que baila semanalmente rock
and roll en la sala de la casa, tan grande que te costaría todo un día
explorarla por completo. Ni si quiera es la niña de las fiestas de té que su
hermana menor la obligaba a jugar todas las tardes en su cuarto y que luego su
madre tanto se enojaba por el desorden que dejaban. Y sobre todo no era la niña
de Teresa, el ama de llaves y madre a tiempo completo, que le cocinaba platos
dignos del mejor restaurant de Buenos Aires, cada vez que llegaba a casa de la
escuela, porque su verdadera madre no tenía tiempo, nunca tenía tiempo, eso
decía ella. En casa de Camila nunca tenían tiempo las personas. Camila solía
pensar de pequeña que cada vez que una persona entraba en su casa el reloj
avanzaba más rápido y si las personas salían volvía a la normalidad. Camila
siempre prefirió el tiempo fuera de su casa, ese que te permite realizar las
pausas necesarias para vivir.
Tiempo.
Si Camila hubiera tenido más tiempo. Si Camila hubiera
esperado más tiempo en su casa. Si Camila hubiera aguardado por su padre que la
llevara a la facultad de Filosofía y Letras de la Ciudad de Buenos Aires. Si no
hubiera ido a tomar ese colectivo. Si no hubiera decidido anotarse en
Filosofía, si no hubiera ignorado los
concejos de su madre sobre estudiar en una carrera diferente en una universidad
privada.
Si no hubiera…
Nadie sabe cuál fue la secuencia de acciones que llevo a
Camila a su misterioso destino. Nadie conoce la historia verdadera de Camila,
ni sus más cercanas personas. Nadie sabe quién la seguía esa madrugada en la
parada del 136. Nadie sabe que la hubiera salvado de lo que le haya sucedido.
Nadie sabe que le sucedió.
Nadie lo sabe hasta ahora.


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