martes, 26 de noviembre de 2013

Aidan. Nivel 3

   Si bien los dos primeros niveles no fueron letales lo único que Aidan quería, era dormir, y al despertar ver a su dulce hermana Mila pidiéndole por sus tostadas favoritas: sin corteza y con mermelada. Pensar en ella sólo hizo que sus deseos de terminar el maldito juego aumentaran, pero recordó casi al instante que todavía le quedaban unos largos y misteriosos niveles por delante.
  Ahora era el turno del nivel 3.
  Visualizó sus oportunidades. Buscar un refugio era lo primero, por lo menos hasta que, lo que sea que fuera el desafío del nivel 3, se materialice. Los resultados fueron poco alentadores, ya que se encontraba en una especie de campo inmensamente desierto, donde sólo estaba él. ¿Dónde estaban los demás jugadores? ¿Dónde estaba Esmeralda? Se molestó consigo mismo por pensar en ella, y alejó todo pensamiento que la involucrara. El siguiente punto del que tenía que encargarse era la comida. No sabía cuánto tiempo llevaba en el juego, y si el reloj funcionaba igual en Génesis que en la vida real, aunque después de lo que vio en el nivel 1 y 2, ya no sabía lo que era real. Su estómago se quejó a cada paso que Aidan daba, pero la idea de conseguir comida parecía tan lejana en esa extensión de tierra plana y desierta, que tuvo que morderse el labio para ignorar el hambre. El sabor metálico de la sangre inundó su boca provocándole una expresión de asco en la cara. Aidan sabía que no podía divagar mucho tiempo más en ese campo, algo debía aparecer, ya sea un monstruo, una catástrofe natural, podría ser lava o tal vez una lluvia de meteoritos espaciales. No, eso sonaba ridículo, pero es que todo ya le parecía ridículo. Recordó la mujer del nivel 2 y lo ridículamente hermosa que era, sin mencionar su estúpido y repentino amor por ella, tanto que era capaz de quitarse la vida sólo porque ella lo ordenaba. Recordó el desafío del nivel 1 y como se perdió en la inmensidad de una gran ciudad que se parecía tanto a Calix, a su hogar. La recordó a ella y como lo ayudó a atravesar los primeros niveles, pero no, no quería pensar en Esmeralda, no ahora, que se sentía debilitado por el hambre y el calor. Tal vez pudiera aparecer de la nada y matarlo, sólo para aligerar la competencia y el estaría demasiado embalsamado pensando en ella, en si se contraría a salvo, como para defenderse. De pronto sintió un gran odio hacia aquella mujer. ¿Cómo se atrevía a adentrarlo en el juego, luego ayudarlo y terminar intentando matarlo en el final del nivel 2? 


  “Las mujeres son peligrosas.”-dijo. Tenía razón.


   Luego de lo que parecieron horas caminando sin un rumbo fijo, los pies de Aidan se negaron a dar un paso más, y lo hicieron tropezar sin piedad. La sed se unió al hambre hacía mucho, pero seguía sin encontrar indicios de vida en ese lugar. Intentó levantarse y notó, irónicamente, que aunque no hubiera probado bocado en horas, tal vez hasta un día entero porque no estaba familiarizado con el paso del tiempo en Génesis, su cuerpo pesaba el doble que antes. Levantó la vista al cielo tan desierto como la tierra, sin una nube a la vista y de un celeste intenso que le recordó los ojos de Jared cuando recién había nacido. El rostro de su hermano se materializó en su cabeza como un fantasma, para recordarle porque estaba allí, porque seguía en ese juego enfermizo: Debía ganar por ellos.
   Antes que Aidan pudiera levantarse totalmente, el cielo azul se transformó completamente a un gris aterrador lleno de nubes que amenazaban la tranquilidad del campo. Algo se aproximaba, lo podía sentir en los huesos. 


Al fin el verdadero desafío del nivel 3 comenzaba. 

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