Sinopsis
Carrie es una trotamundos y como tal no siente la necesidad
de permanecer en un mismo lugar por mucho tiempo. Ella necesita estar en
movimiento constante. Pero una llamada que lo cambiará todo en su vida la hará
volver al lugar donde todo comenzó. Su hogar.
Bajo del taxi como una completa zombi, sin pensar por un
momento en donde estoy, que estoy haciendo, y sobre todo, que estoy por hacer. Mejor
dicho, no sé qué voy a hacer. Mamá me dijo claramente que no interviniera por
mi cuenta, porque a quien quiero engañar, soy una persona completamente inestable
en estos momentos. Pero no puedo estar en un hotel con los brazos cruzados
mientras unos completos extraños están en mi casa. Bueno técnicamente ya no lo
es. Y técnicamente esos extraños eran mi familia. Una oleada de odio me
recorre el cuerpo haciendo hervir mi sangre al darme cuenta de la posición en
la que me puso mi padre. No sé qué voy a hacer pero no será nada bueno.
La casa está doblando la esquina, tan cerca que hasta podría
jurar que me está llamando. Porque es mía y de nadie más. El solo pensar que
hay tres completos desconocidos viviendo en donde yo crecí me revuelve el estómago.
Pienso por un momento que tal vez ellos no tuvieran la culpa de que mi padre,
¿nuestro padre?, sea un cerdo, mitómano con dos familias. Mi madre me explico
claramente que ninguna de las dos esposas sabía de la existencia de la otra. Bueno la esposa ya
no es un problema, está muerta, solo tenía que lidiar con sus hijos. Mis
medios hermanos. Dios, sigo sin creer por lo que estoy a punto de atravesar.
Calle 45. Aquí es. No puedo razonar con claridad. Mi mente está
sufriendo una avalancha de recuerdos que insisten en explotarme violentamente la cabeza.
Están ahí mis padres y yo, jugando en el gran living. El piso de madera, con la
gran alfombra verde, que tanto le gustaba a mamá y que yo tanto ensuciaba. Mi cuarto y las innumerables
muñecas que traía para mí, papá, cada vez que se iba de viaje. Lo único que yo
no sabía era que no estaba en un viaje de negocios, en una reunión, en un
aeropuerto donde los vuelos se habían cancelado por el mal tiempo. No. Él
estaba con su otra mujer, con sus otros hijos, en otra casa.
Maldito mentiroso.
Mis manos están en forma de puños y siento como mis uñas me
lastiman la piel pero no me importa. No es que pueda sentir algo en estos
momentos. Podría atropellarme un camión y nunca me daría cuenta. La verdad, hasta en algún punto, enfermizo y retorcido lo deseo. Desaparecer de este mundo
desagradable, lleno de personas que no son quienes dicen ser.
Otro recuerdo estalla en mi mente encegueciéndome aún más.
-Papá.
-¿Si?
-¿Tú la quieres a mamá? Es decir ¿La amas como en las películas
del cine?
-¿Por qué preguntas eso? Por supuesto que la amo, Carrie.
-Es que hay un niño en clase que dijo que sus padres se van
a… No recuerdo la palabra papá. Empezaba con D de dinosaurio.
-Divorciarse.
-¡Eso! Divorciarse. Bueno, él dijo que se iban a divorciar
porque su padre tenía una amiga muy cariñosa y él era muy cariñoso con ella.
Eso le dijo su madre. Tú no tienes amigas cariñosas ¿verdad?
-Nunca mi vida. Yo siempre seré tuyo y de tu madre. Lo
prometo.
El recuerdo ya no está más pero el dolor está ahí, apoderándose de
mi mente, cuerpo y alma. Me duele tanto la cabeza que no puedo pensar más. No
quiero pensar más. Solo quiero romper todo lo que tenga aunque sea la más mínima
esencia suya. Nunca volveré a ser tan estúpida como para creer promesas de las
personas. El hombre no puede prometer porque no tiene la capacidad de cumplir
con su palabra y nunca la tendrá.
Visualizo la casa una vez más. Mentiroso. Todo lo que está ahí adentro me pertenece, pero a la vez
alberga tantos recuerdos de él. Mentiroso.
Quiero destruirlo todo, cada ladrillos, cada ventana, cada cuarto de esa
maldita casa llena de mentiras. Mentiroso.
Pienso en prenderla fuego con todo y todos adentro, purificarla de todas las
mentiras que se han dicho dentro de ella, y acabar con su maldito recuerdo. Mentiroso. El accidente había acabado
con él. Mentiroso. Yo acabaré con su recuerdo.
¡MENTIROSO!- grito por primera vez en voz alta. No recuerdo
en que momento las tomé, pero ahora las tengo, son tres piedras realmente
grandes, más aún que la palma de mi mano. Necesito todas mis fuerzas para
arrojarlas hacia la casa. Y eso me hace tropezar a medida que avanzo hacia mi objetivo.
Primero se rompen los cristales de las ventanas. El ruido me
provoca un éxtasis que me obliga a seguir con mi acto de vandalismo. Iré a la
cárcel pienso mientras arrojo otra piedra más. Si ellos están adentro, llamarán
a la policía, y yo iré a la cárcel. No me importa. Por mí que se rompan con la
casa en sí misma.
Grito con cada lanzamiento. Grito de dolor y rabia. Grito
porque las piedras están tan pesadas que levantarlas me lastima las manos. Grito
porque no tengo nada en el mundo que sea verdadero.
Grito porque estoy destruyendo lo que queda de mi hogar.
De pronto lo escucho. No soy la única que grita. Hay alguien
más en esta escena. Un hombre.
-¡¿Qué demonios crees que haces, loca?!
Efectivamente es un hombre. Y sale de mi casa corriendo para
detenerme. Bueno ya no tiene que hacerlo, estoy paralizada o en shock, y las
piedras ya no están mis manos. Las solté por el miedo que me provoca enfrentarme a esta persona.
¿Es ese mi medio hermano?
-¡Loca de mierda! Destruiste todo. Vete de aquí antes de que
llame a la policía- grita el hombre que acaba de salir de mi casa. No se acerca
a mí. Tal vez tenga miedo de que sea una persona desequilibrada con todas las letras y
guarde en mi mochila un arma o un cuchillo. En lo segundo se equivoca, en lo
primero no.
Me he vuelto loca. Las mentiras de mi padre me han vuelto loca.
¿Es él?
-Eres mi medio hermano ¿verdad?- pregunto sin poder contenerme
antes. Ya había destrozado el frente de la casa para que detenerme ahora.
Necesitaba saber si él era mi medio hermano. Ahora que lo pienso podría haber
visto una fotografía de él antes de venir hasta aquí. Estupida Carrie.
No responde. La pregunta lo tomó por sorpresa seguramente,
sin mencionar que una completa extraña empiece a apedrear el lugar donde está
viviendo. Por todos los cielos debe ser él. Él está viviendo en mi hogar y
ahora estamos a punto de enfrentarnos.
-No.
Escucho la respuesta pero no proviene del muchacho que tengo
enfrente. Detrás de él la puerta está abierta y en el umbral hay otro joven y dos
niños atemorizados. De mí pienso con amargura. El muchacho de la puerta vuelve
a hablar pero ya se lo que va a decir antes de tiempo.
Esos ojos azules.
-Yo soy tu hermano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario