La veo allí parada y mis rodillas tiemblan sin importarles que pueda llegar a caerme al piso. Es tan hermosa. Y esta con él. Puedo sentir que el corazón se rompe con cada movimiento de ellos dos. Se que aunque no me mire está pensando en mi, lo se porque yo también pienso en ella. Siento como si nuestras almas estuvieran conectadas de una forma totalmente ridícula para el contacto físico. No. Esto es mucho más fuerte. Es una especie de lazo que nos une, que nos obliga a buscarnos, a amarnos.
¿Cómo puede esto ser un error? La respuesta es sencilla. No lo es.
Nuestras miradas se cruzan por un momento y el tiempo a nuestro al rededor se paraliza por completo, dejándonos a nosotras como las únicas protagonistas de esta obra enfermiza llamada vida. Lo puedo sentir. Su cuerpo grita por mi, desde sus grandes ojos cafés, hasta sus finos labios. Ella es la droga prohibida que me hace sentir capaz de poder volar.
De repente me siento enferma allí parada en el largo pasillo mirándola como esta de la mano de alguien más. Alguien que se muy bien ella no ama ni desea. La rabia se apodera de mi y ya no tengo uso de razón. Estoy harta de fingir, aparentar algo que no soy, solo porque alguien alguna vez se le ocurrió que los niños usan azul, las niñas rosa y las personas del mismo género no pueden amarse. Que pensamiento tan estúpido. ¿Cuántas personas nunca encuentran esa persona que los hace sentir invencibles, capaces de conquistar el mundo solo para otorgárselo a ese ser especial? Yo la encontré. Y es totalmente doloroso no poder tomarla de la mano frente a toda la maldita secundaria.
-Lesbiana- susurra una chica que pasa a mi lado. Lo dice lo suficientemente alto como para que escuche su insulto. Pero hay un problema en su razonamiento, al igual que el de toda esta maldita sociedad. Ser gay no es un insulto. Es mi realidad y la escojo todo los días. Pero principalmente la elijo a ella todos los días.
El valor inunda mis venas llenándome de un éxtasis propio de un drogadicto de heroína. Me siento capaz de cualquier cosa, porque ella logra eso en mí, y tan solo con una mirada. Camino. Corro. No puedo esperar más. Ella quiere seguir con su actuación heterosexual pero yo no. Me cansé.
-Ariel- digo como si fuera una orden y no su nombre. Casi como un reflejo corporal ella suelta la mano de él y se aleja para encontrarme. Tal vez quiere que me marche pero no se anima a hacerlo frente a él. No me interesa en lo absoluto porque estoy decidida. Ella es mía.
-No- respondo a su comentario indirecto y visual. Lo siguiente que hago es besarla.
La beso por segundos, tal vez minutos, solo se que nunca será suficiente. Puedo sentir las miradas de todos sobre mi, quemando mi piel, como si quisieran crucificarme viva por lo que estoy haciendo. Por lo que estamos haciendo. Ariel me está devolviendo el beso con toda la pasión que se que tiene escondida en su interior. Por un momento se olvida de su papel, yo me olvido del mio, y solo somos eso, dos personas enamoradas. Pero todo buen momento tiene su final.
-¡Miren a las lesbianas!- grita una voz desde el exterior de nuestra burbuja personal. Ni si quiera puedo diferenciar si es un hombre o una mujer.
Lo siguiente que sucede nunca voy a olvidarlo en mi vida. Ariel se pone rígida como una roca y ahora se que ha vuelto a su papel y la obra continua para todos. Salta a la vista que todavía le interesa lo que piensan los demás. No la culpo pero me duele. Y mucho.
-¡Basta!- chilla intentando parecer horrorizada. Pero cuando la observo detenidamente puedo notar que en verdad lo esta. Y eso termina de lastimarme por completo-. No quiero ser gay Maia, entiéndelo. Quiero ser normal.
Y escapa.
Siento como mi alma se cae ante mis pies cuando digo:
-Para mi eres normal. Para mi eres todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario