lunes, 3 de febrero de 2014

Jack House.

No se si son mis nervios o es esta corbata que se empeña en estrangularme cada vez que me muevo. Empiezo a aflojarla de a poco con dedos torpes y temblorosos, siempre percatándome de que nadie me este observando. Nadie me mira. Ninguna de estas personas me conoce, y estoy completamente seguro (utilizo una palabra que no deje lugar para ambigüedades, ya que las desprecio) de que no existe un alma en este lugar elegante que sienta el menor interés de posar sus ojos en mi. No puedo culparos. No tengo nada que merezca una segunda mirada. Decido que los demás seres humanos que me rodean no valen la pena, por más joyas que lleven puestas las mujeres, y por más dinero tengan en sus billeteras, los hombres. Me pierdo en las pinturas que decoran las paredes de las galerías. Cada una cuenta una historia, pero hay una en particular, en el rincón izquierdo donde casi no le da la luz, que es perfecta (odio las ambigüedades ¿recuerdan?). Camino hasta ella y siento como mi alma penetra el lienzo. Soy ese rostro en la pintura.
Entonces me percato que alguien me esta hablando.

-... lugar.
Lo primero que veo son dos grandes ojos azules mirándome. Y luego esta ella.

-¿D-disculpe?

-Le pregunté que si no cree que esta pintura merezca un mejor lugar.

Tiene unos sensuales labios finos. Me cuesta concentrarme en armar una respuesta, las palabras no logran unirse en una oración, y tengo miedo de abrir la boca.
Finalmente hablo o sino no se irá nunca.

-No hay un lugar mejor para esta pintura.

-¿Puede justificar su respuesta... Señor...?

-House, Jack. Y si puedo hacerlo. Verá usted, esta pintura necesita un rincón aislado de la multitud. Es un observador y como tal necesita de un punto estratégico para, valga la redundancia, observar todo lo que lo rodea, sin llamar la atención.

-¿Usted cree que no llama la atención con todos estos colores? Tal vez el pintor debió haber utilizado colores neutros como el negro.

-Eso alarmaría a terceros. Si una persona se vistiera completamente con prendas de color negro, todos pensarían en un luto y en la depresión, así pues todo terminaría en un diván y con medicamentos en el organismo. Sin embargo ese no es el fin de esta pintura. Además de ser un observador, este rostro, es un camaleón. Quiero decir, que puede adaptarse a distintas situaciones, si tiene que usar azul para vestirse lo hará; si tiene que usar rojos lo hará y así sucesivamente con toda la paleta de colores.

-Mientras observa a los demás- asiente.

-Exacto- digo sorprendido de que se fijara y reflexionara sobre esta pintura en particular.

-Sin embargo está triste.
No puedo evitar sorprenderme. Ella lo nota y continua.

-Es claro que el pintor transmitió su tristeza en los ojos del rostro que dibujó. Ser un camaleón y un observador solamente lo transformó en una persona pasiva que ve pero no actúa, que siente pero no se mueve. Me pregunto si así se sentirá el pintor. Y ahora que lo menciono ni siquiera se de quien es esta pintura.
Se acerca al lienzo finamente enmarcado y busca por la firma del pintor, que generalmente se encuentra en el rincón inferior.

En letras doradas finamente escritas se lee Jack House.

Pero yo ya estoy lejos de la escena. Tan lejos que nada me toca. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario