Mi
nombre es Anahí y lo que estas a punto de leer no son solo simples relatos. No.
Estas a punto de emprender un viaje, el destino es nada menos que mi alma.
Aunque no es solo ese aspecto el que vas a conocer de mí, no, esto es mucho más
profundo, prácticamente me desnudaré ante ti, lector, para que sepas todos mis
secretos, que algunos suelen llamar pensamientos cínicos.
Confío
en que no me juzgues, como yo tampoco voy a hacerlo por leer esto.
DE DÍA.
Me
despierto sin sentir nada, pero no me sorprende, tampoco había sentido algo
cuando me acosté la noche anterior. Observo la ventana que esta justo encima de
mi cama y noto que los rayos de sol me iluminan la cara. Al mudarme a este
departamento, lo primero que sentí, fue que estaba encerrada en una caja, y ni
siquiera era mi caja, no, esta era la caja del que me cobraba el alquiler.
Decidí entonces que necesitaba una forma de cortar con mi recientemente
descubierta claustrofobia, y elegí una posición estratégica para la ubicación de
mi cama, en lo que sería mi nuevo cuarto. Justo debajo de la ventana. Y hasta
ahora me resulta.
Los
rayos de sol parecen hechos de oro, pienso. Es lo único que le da vida a mi
habitación. Las paredes están pintadas de un azul marino oscuro, no fue mi
elección, estaban así cuando llegué, y no es que tenga mucho dinero para
remodelar este departamento. ¿Notaron que no hice mención de la trillada y
abusada frase “mi hogar”? Bueno, es que este espacio físico no lo es y prefiero
llamar a las cosas y/o personas por lo que son. Sin rodeos.
Una
vez leí en una revista, lo que era inusual porque las detesto, me parecen
superficiales y llenas de anuncios para que nos mantengamos consumiendo y no logremos lo que creemos imposible,
destruir al capitalismo. En esta revista llena de mujeres perfectas y
vestimentas carisimas que solo usarías una vez en tu vida, pero claro ellos te
hacen sentir que lo llevarías puesto hasta en el día de la muerte de tu perro,
se mostraba un articulo sobre como tomar las riendas de tu vida. La mujer que
lo escribió puntualizaba una serie de acciones que debería hacer uno si quiere
ser un triunfador y, otra expresión trillada, ser feliz. En el puesto numero seis se encontraba el feng shui. Para los que no estén familiarizado sobre
este término es un ancestral sistema chino que nos serviría, si realmente
funciona, para mejorar la distribución de la energía en nuestra vivienda. Un
ejemplo rápido, según este pensamiento, nunca pongan un espejo frente a su cama
porque refleja las malas energías de uno. Si me piden mi opinión, y se que
nadie la pidió, yo tengo un espejo justo delante de mi cama. El secreto es que
yo siempre tengo mis malas energías, o lo que sea, en el exterior, así nada me
puede hacer daño.
Volviendo
a mi despertar matutino. Abro los ojos. El cielo raso de mi cuarto tiene una
cierta humedad amenazando el rincón izquierdo. Tengo que reparar eso. Escucho
música pero no se de donde proviene. Mis oídos, provienen de mis oídos. No es
mi cabeza esta vez. Me quito los auriculares y noto que me duelen los oídos. De
todas mis malos hábitos este es uno de los que encabezan la lista. Escucho las
voz de George Harrison desapareciendo mientras me los quito. Blow away es una
de mis canciones favoritas. Tengo la teoría que escuchar tu canción preferida
antes de irte a dormir es mucho más placentero que tener sexo justo antes de
dormirte.
El
reloj marca las ocho en punto y yo debería estar ya vestida bajando las
escaleras para llegar a mi odioso trabajo a tiempo. Estoy buscando uno nuevo
pero es casi imposible en estos momentos de crisis.
Supe
que necesitaba uno nuevo, el día que me desperté mirando el reloj, pero no
queriendo cinco minutos más para dormir, eso sería completamente normal. No.
Deseé que retrocediera cinco años. Algunos pueden decir que es normal, querer
revivir otros años vividos, tal vez uno atrás o dos, pero cinco años es
demasiado. Ya era demasiado y lo sigue siendo pero no veo posibilidades de
cambio en el horizonte.
El
teléfono suena y yo dejo que lo haga para que la llamada caiga directo al
contestador. Deseo que sea una excusa para faltar hoy al trabajo. No siento que
pueda soportar a mis incompetentes compañeros o a mi fascista jefe. Hoy no.
-Hola
Anahí. Estaba pensando que podríamos ir a comer esta noche si quieres, o
podemos ir al cine. Hay una nueva película que…
-¡Déjalo
ir!- grito mientras Marcos sigue con su patético intento de invitarme a salir.
Tengo
una regla, o mejor dicho varias, pero esta es una de las principales. No me
acuesto dos veces con la misma persona. Simple. Sin enamoramientos que alteran
la razón; sin emociones que te desvían de tus metas en la vida; y sobre todo
sin desencuentros amorosos que terminan con corazones rotos y escenas de llanto
en plena vía pública. Esto no es una película basada en una novela de Nicholas
Sparks. No. Esto es la vida, el mundo real, y es salvaje. Hay que buscar formas
de sobrevivir ¿no?
No
puedo seguir escuchando su voz por lo que decido arrojarle un zapato al
teléfono, que falla y cae a un costado. Me tapo la cabeza con la almohada como
si quisiera asfixiarme a mi misma. No se cuanto tiempo permanezco en esa
posición pero es lo suficiente para que Marcos se diera por vencido con su
ridícula llamada. Es hora de levantarse y comenzar a fingir que me gusta lo que
hago.
El
teléfono vuelve a sonar.
-Anahí-llorisquea
una mujer al otro lado del télefono. Podría reconocer esa voz hasta el día de
mi muerte. Mi pequeña hermana. Bueno no tan pequeña.
-Anahí-
repite entre sollozos y yo estoy demasiado perdida como para levantar el tubo
del teléfono. Levántate- Mamá…
Ese
es mi despertador. No el pequeño aparato gris que esta junto a mi cama. La
gente no necesita despertadores eléctricos, a veces solo necesitan un
despertador humano.
-¿Qué
paso con mamá, Ariel?- preguntó con la voz entre cortada.
-Otra
vez tiene un episodio, te necesito, por favor.
Estos
momentos son los que me demuestra que irónica es la vida. Puedo imaginarla
sobre mi diciéndome “¿Querías faltar al trabajo? Toma esto” y luego se reiría
de mi todo el día, como si fuera una nube de lluvia que se posa arriba mio solo
para mojarme a mi, igual que los dibujos animados.
-Estoy
en camino.

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