martes, 11 de febrero de 2014

Yo, cínica.


Mi nombre es Anahí y lo que estas a punto de leer no son solo simples relatos. No. Estas a punto de emprender un viaje, el destino es nada menos que mi alma. Aunque no es solo ese aspecto el que vas a conocer de mí, no, esto es mucho más profundo, prácticamente me desnudaré ante ti, lector, para que sepas todos mis secretos, que algunos suelen llamar pensamientos cínicos.
Confío en que no me juzgues, como yo tampoco voy a hacerlo por leer esto.

DE DÍA.
Me despierto sin sentir nada, pero no me sorprende, tampoco había sentido algo cuando me acosté la noche anterior. Observo la ventana que esta justo encima de mi cama y noto que los rayos de sol me iluminan la cara. Al mudarme a este departamento, lo primero que sentí, fue que estaba encerrada en una caja, y ni siquiera era mi caja, no, esta era la caja del que me cobraba el alquiler. Decidí entonces que necesitaba una forma de cortar con mi recientemente descubierta claustrofobia, y elegí una posición estratégica para la ubicación de mi cama, en lo que sería mi nuevo cuarto. Justo debajo de la ventana. Y hasta ahora me resulta.
Los rayos de sol parecen hechos de oro, pienso. Es lo único que le da vida a mi habitación. Las paredes están pintadas de un azul marino oscuro, no fue mi elección, estaban así cuando llegué, y no es que tenga mucho dinero para remodelar este departamento. ¿Notaron que no hice mención de la trillada y abusada frase “mi hogar”? Bueno, es que este espacio físico no lo es y prefiero llamar a las cosas y/o personas por lo que son. Sin rodeos.
Una vez leí en una revista, lo que era inusual porque las detesto, me parecen superficiales y llenas de anuncios para que nos mantengamos consumiendo  y no logremos lo que creemos imposible, destruir al capitalismo. En esta revista llena de mujeres perfectas y vestimentas carisimas que solo usarías una vez en tu vida, pero claro ellos te hacen sentir que lo llevarías puesto hasta en el día de la muerte de tu perro, se mostraba un articulo sobre como tomar las riendas de tu vida. La mujer que lo escribió puntualizaba una serie de acciones que debería hacer uno si quiere ser un triunfador y, otra expresión trillada, ser feliz. En el puesto numero seis se encontraba el feng shui.  Para los que no estén familiarizado sobre este término es un ancestral sistema chino que nos serviría, si realmente funciona, para mejorar la distribución de la energía en nuestra vivienda. Un ejemplo rápido, según este pensamiento, nunca pongan un espejo frente a su cama porque refleja las malas energías de uno. Si me piden mi opinión, y se que nadie la pidió, yo tengo un espejo justo delante de mi cama. El secreto es que yo siempre tengo mis malas energías, o lo que sea, en el exterior, así nada me puede hacer daño.
Volviendo a mi despertar matutino. Abro los ojos. El cielo raso de mi cuarto tiene una cierta humedad amenazando el rincón izquierdo. Tengo que reparar eso. Escucho música pero no se de donde proviene. Mis oídos, provienen de mis oídos. No es mi cabeza esta vez. Me quito los auriculares y noto que me duelen los oídos. De todas mis malos hábitos este es uno de los que encabezan la lista. Escucho las voz de George Harrison desapareciendo mientras me los quito. Blow away es una de mis canciones favoritas. Tengo la teoría que escuchar tu canción preferida antes de irte a dormir es mucho más placentero que tener sexo justo antes de dormirte.
El reloj marca las ocho en punto y yo debería estar ya vestida bajando las escaleras para llegar a mi odioso trabajo a tiempo. Estoy buscando uno nuevo pero es casi imposible en estos momentos de crisis.
Supe que necesitaba uno nuevo, el día que me desperté mirando el reloj, pero no queriendo cinco minutos más para dormir, eso sería completamente normal. No. Deseé que retrocediera cinco años. Algunos pueden decir que es normal, querer revivir otros años vividos, tal vez uno atrás o dos, pero cinco años es demasiado. Ya era demasiado y lo sigue siendo pero no veo posibilidades de cambio en el horizonte.
El teléfono suena y yo dejo que lo haga para que la llamada caiga directo al contestador. Deseo que sea una excusa para faltar hoy al trabajo. No siento que pueda soportar a mis incompetentes compañeros o a mi fascista jefe. Hoy no.

-Hola Anahí. Estaba pensando que podríamos ir a comer esta noche si quieres, o podemos ir al cine. Hay una nueva película que…

-¡Déjalo ir!- grito mientras Marcos sigue con su patético intento de invitarme a salir.

Tengo una regla, o mejor dicho varias, pero esta es una de las principales. No me acuesto dos veces con la misma persona. Simple. Sin enamoramientos que alteran la razón; sin emociones que te desvían de tus metas en la vida; y sobre todo sin desencuentros amorosos que terminan con corazones rotos y escenas de llanto en plena vía pública. Esto no es una película basada en una novela de Nicholas Sparks. No. Esto es la vida, el mundo real, y es salvaje. Hay que buscar formas de sobrevivir ¿no?
No puedo seguir escuchando su voz por lo que decido arrojarle un zapato al teléfono, que falla y cae a un costado. Me tapo la cabeza con la almohada como si quisiera asfixiarme a mi misma. No se cuanto tiempo permanezco en esa posición pero es lo suficiente para que Marcos se diera por vencido con su ridícula llamada. Es hora de levantarse y comenzar a fingir que me gusta lo que hago.

El teléfono vuelve a sonar.

-Anahí-llorisquea una mujer al otro lado del télefono. Podría reconocer esa voz hasta el día de mi muerte. Mi pequeña hermana. Bueno no tan pequeña.

-Anahí- repite entre sollozos y yo estoy demasiado perdida como para levantar el tubo del teléfono. Levántate- Mamá…

Ese es mi despertador. No el pequeño aparato gris que esta junto a mi cama. La gente no necesita despertadores eléctricos, a veces solo necesitan un despertador humano.

-¿Qué paso con mamá, Ariel?- preguntó con la voz entre cortada.

-Otra vez tiene un episodio, te necesito, por favor.

Estos momentos son los que me demuestra que irónica es la vida. Puedo imaginarla sobre mi diciéndome “¿Querías faltar al trabajo? Toma esto” y luego se reiría de mi todo el día, como si fuera una nube de lluvia que se posa arriba mio solo para mojarme a mi, igual que los dibujos animados.


-Estoy en camino.






No hay comentarios:

Publicar un comentario