Ángel.
El dolor en mi espalda se torna insoportable. ¿Qué esta pasando? Por momentos siento paralizadas las dos piernas, entonces la fuerza de gravedad hace su trabajo y me derriba contra el suelo indefenso como un anciano en sus últimos días. Trato de agarrarme de lo que puedo pero solo consigo aumentar mi desesperación y destrozar mi habitación. No reparo en gritar por ayuda nadie me oirá, la casa esta vacía, sólo el eco de mis gritos, productos del dolor al intentar moverme, me responden. Golpeo mis piernas una y otra vez en busca de una sensación pero sólo encuentro su silencio. Como un pueblo que se rebela ante su rey, mis extremidades no acataran mis ordenes nunca más. Me doy por vencido con ellas y busco levantarme con mis brazos que al parecer están intactos.
Lo estoy logrando hasta que siento el mayor de mis tormentos que me obliga a ponerme de rodillas para recuperar el aliento perdido. Mi espalda ya no existe. No hay una columna que me sostenga pues mis vertebras se quebraron una por una. De repente algo increíble sucede, me siento aliviado y mientras mi mente enloquecida quiere entender, me elevo unos centímetros del suelo. Con mis manos intento tocarme la espalda con terror de lo que pueda encontrar al descubrir que o quien me sujeta por los aires. Las yemas de mis dedos temblorosos tocan un conjunto de suaves plumas que me recuerdan a la seda. Esto es imposible pero no hay otra explicación. Soy un ángel.
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