domingo, 28 de julio de 2013

El cielo.

Comenzó el día despertándose media hora antes de que su alarma sonara, la costumbre de todos los días. Admiro detenidamente cada detalle del cielo raso de su habitación mientras estiraba los entumecidos músculos de los brazos y piernas. Esa noche no soñó nada en particular. Giro los ojos para observar la ventana que tenía a su izquierda y encontró lo que siempre hallaba todas las mañanas, gris. El cielo nunca fue el mismo desde la Tercera Guerra Mundial, ella lo sabía, pero aun así, era su costumbre despertarse esperando que algo cambiara ese día. Volteó nuevamente la cabeza y esta vez su mirada se depositó una vez más en el techo celeste con numerosas nueves pintadas con delicadeza. El cielo antes de la Guerra. Su madre lo había pintado para ella, un recordatorio de que el mundo había sido bello antes de la niebla, antes de las bombas. 


Alana Reed.


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