lunes, 29 de julio de 2013
Mente perturbada.
La nieve cae delicadamente, casi flotando, burlándose de la gravedad. El fondo es decorado por las miles de luces provenientes de la ciudad, este edificio es realmente alto, tengo una vista hermosa de la ciudad de Tokyo.
¿Cuántas vidas hay en un edificio? pienso. ¿Cuántas historias? ¿Y si ese número lo multiplicamos por cada estructura de la ciudad? Me pregunto que estarán haciendo cada una de esas personas. Tal vez algunas estén cenando, u otras durmiendo, como los niños. ¿Cuántos niños tuvieron su beso de buenas noches? ¿Cuántos tuvieron un golpe en cambio? y ¿Cuántos tienen como cama el banco de una plaza?
Las lágrimas quieren salir pero no encuentran su camino. No me gusta pensar estas cosas, no debería estar haciéndolo, tengo que calmarme estoy temblando. Pero es que ¿Cómo puede un niño sufrir tanto si ha conocido tan poco en su corta vida? Si alguien hiciera sufrir a mi hermano Noah lo mataría. Él es tan indefenso, blanco como la nieve que estoy observando y con unos ojos tan azules como el mar. Porque yo conozco el mar. Mamá nos llevó a una aventura en barco, realmente me gusto.
"Perdón mamá por no decírtelo" pienso mientras siento que el corazón acelera sin piedad dejándome sin aire pero yo no me voy a mover. Yo nunca me muevo. Salvo las veces que tengo estrés, bueno eso dice el médico. Mamá confía en él yo también lo hago, me agrada el señor Robinson.
"Perdón señor Robinson por no decírtelo" pienso nuevamente. Otra vez siento un agujero en el pecho. Mamá dice que no me preocupe, que algún día voy a poder interactuar. Yo lo intento de verdad. Me gustaría correr para atrapar a Noah cuando quiere intensamente jugar conmigo, lo comprendo tiene solo siete años, pero aún así no puedo aunque lo deseo, realmente anhelo atraparte hermanito.
"Perdón Noah por no decírtelo" las palabras que pienso solo me alteran más. No debería pensar. ¿Por qué tuve que enfocarme demasiado en la nieve? Ahora no podré parar. Me gustaría gritar por mamá, por Noah, por el señor Robinson, pero no puedo. Abro la boca y no sale nada, aunque abrirla es un gran avance.
Ahí esta mamá, podría hablarle, tal vez decirle que me gustó ir a conocer el mar con ella, que es una madre extraordinaria, que cada vez que la escucho llorar por mi cuando se va a acostar quiero abrazarla.
"Mamá" Por favor dilo le ruego a mi cerebro, solo habla por una vez. La miro con desesperación, esta lucha interna me agota.
-Hora de dormir Azul- dice ella y sus palabras rompen mi concentración. No quiero que se rompa, me cuesta volver a encontrarla. "NO DEJES QUE LA PIERDA, QUIERO HABLARTE MAMÁ" pienso con todas mis fuerzas pero no puedo se esta yendo, me estoy cerrando devuelta.
-Te amo mi amor- murmura con sus labios pegados a mi frente, se que quiere que le responda porque una lágrima se asoma en sus ojos.
"¿Me amas aunque sea autista, mamá?" susurro en mi cabeza mientras la veo distante. Mientras me pierdo una vez más.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario